25 de junio de 2025

La jauría

A mediados del XIX, Francia cambió su modelo político con la proclamación de un nuevo Imperio bajo el mandato del sobrino de Napoleón. Carlos Luis Napoleón Bonaparte ya había ganado las elecciones previas de 1848, pero ante la imposibilidad de repetir cargo, aprovechó su posición de poder para perpetuarse durante 20 años más, un conflicto expuesto por Zola al final de La fortuna de los Rougon; en una breve lucha entre los que abogaban por la continuidad de la Republica frente a los que añoraban las viejas glorias militares del primer Imperio. También había bandos por parte de las ramas familiares de los Rougon y los Macquart, y uno de éstos, se extiende en esta segunda novela de la saga. Aristide Rougon protagoniza esta novela, tras abandonar la provincial Plassans, con la idea fija de hacer fortuna en París. Y el cambio político es importante, porque Napoleón III se embarcó en una loca restructuración urbana sobre la capital y que desarrolló planes urbanísticos para transformar las grandes barriadas de obreros, en las amplias avenidas de las que presume, hoy día, en una de las ciudades más visitadas del mundo. 
La foto, la he tirado en cualquier calle de Madrid
Y por ahí andan los tiros de la novela, por parte de Aristide en el arte de la especulación, en la continua avaricia de manejar cierta información para obtener mayores réditos con la compraventa, o en la misma participación de las comisiones municipales que deben valorar el precio real de los inmuebles a expropiar. Incluida las viejas artes de untar al funcionario de turno para que los informes alcen precios sobre el coste real de los inmuebles para sacar mayor tajada del pozo sin fondo que es el erario público. Para ello, cuenta con la inestimable ayuda de sus hermanos: Eugene y doña Sidonie. 

Pero este artista del trampeo tiene un notable método de aprendizaje, gracias al trabajo previo en las mismas oficinas del ayuntamiento de París y al pelotazo que supone obtener una base económica suficiente al aceptar casarse (tras quedar viudo) con una joven burguesa que ha cometido el pecado de estar embarazada sin desearlo. La joven y hermosa Reneé, coprotagoniza otra labor interesante: La del derroche, la despreocupación absoluta del dinero, pues su marido abarca todas las facturas que fabrica esta mujer como la representante de la ascensión burguesa a las altas instancias y a los mismos despilfarros que sus predecesores de sangre noble. Es tanta la acumulación y los caprichos solventados, que esta joven cae en la melancolía del aburrimiento, lo que suele ocurrir cuando cualquier antojo cae en la rutina de obtenerlo sin esperas ni ganancias previas. 

En el prefacio del libro surge una advertencia (por lo menos en esta edición) descrita por el propio autor de la novela, a modo de apunte, del por qué tuvo que interrumpirse la publicación de esta novela en el periódico que difundía por partes la historia. El escandalo del incesto, ... Pero, Dios mío, lo tienes todo, ¿qué más quieres? - Maxime. Pues una nueva tentación, la de enamorarse del hijastro, un jovenzuelo malcriado que primero se lleva al huerto a su madrastra y después continua con el juego porque le place, sin mayor importancia moral que la de disfrutar la vida frente al tonto enamoramiento de la mujer. Así se compone, La jauría, entre dos temáticas relacionadas con la corrupción del ser humano: una para arramblar todo lo que pueda y otra para gozar sin pudor de los placeres y lujos que otorga la vida. Todo ello ataviado con la mano de Zola y su exagerada manera de afrontar su experimento natural sobre el ser humano. Ese naturalismo extremo que abarca momentos memorables de buena literatura junto al minucioso detalle de copar descripciones desesperantes a lo largo de un buen trecho de páginas.

No oculto mi fascinación por la escritura de Émile Zola, pero también reconozco la locura desatada de un pavo que se enzarza en retratar, en demasía, detalles innecesarios de ciertos escenarios. Una retahíla que encima suele acumularse en amplios fragmentos de texto que hacen decaer las ganas de continuar la lectura. La jauría padece de esos tramos repartidos en las andanzas de sus protagonistas por separado. Curiosamente, hay un exceso en señalar inmuebles, parcelas y otros bienes frente a la simpleza de los negocios turbios de Aristide, cuyo apellido he olvidado señalar que mutó a Saccard por interés. En verdad, esperaba un arte de la especulación con mayor elaboración frente a un simple listado, se ve que Zola otorga tales operaciones con sencillez. Yo hubiera preferido un mayor desarrollo ante la simple rapiña. Del mismo modo, aburre en señalar los continuos paseos en carruaje de Reneé por diversas calles de París o recargar el texto al situar, como una enciclopedia arquitectónica, el hotel donde habita la interesada familia compuesta por Aristide, Reneé y Maxime. Hay que esperar a la acción, al enredo entre personajes para que Zola saque a relucir su habitual mala leche y la novela levante el vuelo frente al relleno anotado. Porque ahí, el escritor sabe elaborar los conflictos de los personajes con una maestría generalizada y alzar el interés por la lectura cuando describe las miserias de los personajes. Como cuando Aristide ve peligrar su futuro en el momento clave, al negociar su futuro matrimonio con Reneé mientras su mujer de Plassans intenta agarrarse a la vida Saccard, que había creído en una resurrección diabólica, inventada por el destino para clavarlo a la miseria, se tranquilizó al ver que a la infeliz no le quedaba ni una hora de vida.

Un libro que me ha dejado un regusto amargo, del que esperaba una mayor implicación por parte de sus protagonistas a los que Zola ha separado de manera consciente para contar dos historias entrelazadas que tienen la única unión por la codicia del dinero. Uno para obtenerlo sin mayor pretensión que ser un tío Gilito al que no le cuesta desprenderse con tal de aparentar frente a la locuela que lo malgasta sin rubor. Una caída del guindo al notar el peligro de los bolsillos vacíos   

La jauría
Émile Zola
Alianza Editorial, 2007

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Historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio.
  • La fortuna de los Rougon (1871)
  • La jauría (1871)
  • El vientre de París (1873)
  • La conquista de Plassans (1874)
  • El pecado del Abate Mouret (1875)
  • Su excelencia Eugène Rougon (1876)
  • La taberna (1876)
  • Una página de amor (1879)
  • Nana (1880)
  • Miseria humana (1882)
  • El paraíso de las damas (1883)
  • La alegría de vivir (1884)
  • Germinal (1885)
  • La obra (1886)
  • La tierra (1887)
  • El sueño (1888)
  • La bestia humana (1890)
  • El dinero (1891)
  • El desastre (1892)
  • El doctor Pascal (1893)


12 de junio de 2025

Déjame entrar

Hace bastante tiempo que vi la película, en concreto la primera. La adaptación sueca que fue hecha gracias a la notoriedad que fue alcanzando el libro, y que arrastraba cierto renombre a principios del dos mil; porque rápidamente vino después un remake yanki. Visto el éxito que tenía la novela, algún golferas norteamericano se lanzó a versionar el mismo texto con apenas dos años de margen frente a los suecos. Y este breve resumen audiovisual llega al 2022, donde hay que sumar una nueva producción, en formato de serie (de está no tenía ni idea); para mayor gloria del bolsillo de John Ajvide Lindqvist, el autor de la novela. Y recuerdo bastante bien que me gustó el filme, aquella versión vampírica entorno a unos niños como protagonistas principales. Un mito, el del vampiro que estaba de moda nuevamente por aquellas fechas (en 2004 se publicó el libro) junto a otra repelente saga como referente comercial: Crepúsculo. Por mi parte, adquirí el libro para regalarlo, con la idea futura de aprovechar tal presente para después leerlo en cualquier momento. Así de claro, en plan interesado.

Sin embargo, han pasado bastantes años desde entonces, dando por sentado mi habitual desatino por cumplir ideas preconcebidas, hasta que el libro se cruzó nuevamente en mi camino por el mero hecho de hacer limpieza de trastos acumulados, y así fue como recordé, las buenas sensaciones de la adaptación peliculera. Y ahora, tras la lectura del texto, me han entrado ganas de volver a verla, al comprobar que la novela supera con creces el recuerdo que tenía de la película. Menuda historia acabo de descubrir.
T-O-C-T-O-C
El protagonismo principal recae en Oskar, un niño de unos 12 años que sufre acoso escolar por parte de algunos compañeros y que lo humillan constantemente. La rabia que acumula Oskar, la descarga en su imaginación, en el fantasioso deseo de vengarse mientras apuñala el tronco de un árbol que sufre la ira acumulada de Oskar. Aparte de la soledad escolar, hay que sumar la familiar, pues sus padres andan separados, siendo su madre quien lo mantiene pero con la circunstancia de alargar su jornada laboral para poder afrontar las facturas, dejando a Oskar con bastante tiempo libre por las tardes. 

En ese contexto, una nueva familia se instala en el mismo bloque de pisos de Oskar: un padre y una niña (Eli) a los que apenas se les ve por el barrio y que mantienen siempre cerradas las ventanas. Ambos chicos coinciden en el espacio común de los inmuebles y, poco a poco, van estrechando lazos en la fácil unión que se da entre personas que necesitan algún tipo de apoyo, de amistad, de jugar. 

Que necesitará una invitación para poder entrar en su habitación, en su cama. Y él la había invitado.
¿Puedo entrar? Dime que puedo entrar.

Y en esos compases llega la tragedia en forma de asesinato, sobre un adolescente que parece haber sufrido algún tipo de ritual satánico. Un terrible suceso que dispara la imaginación de los medios y mete el miedo en el cuerpo a los vecinos de Blakeberg, un suburbio de Estocolmo, por si pudiera repetirse. En paralelo, Ajvide expone otras historias complementarias que forman parte del grueso del libro. Por un lado está un variado grupo de borrachines. Gente adulta que representan algunas personas que se han desviado del camino correcto y buscan ahogar penas juntos, como los parroquianos habituales de los bares de barrio a la espera de que la vida les ofrezca una segunda oportunidad. Por último, está un problemático jovenzuelo llamado Tommy, cuya madre separada anda tonteando con un policía, mientras que él se dedica a obtener ingresos extras mediante la venta de objetos robados. Todos estos personajes se van desarrollando y entremezclando en pequeños capítulos, alternándose con el resto para formar un lúgubre retrato de la mitificada sociedad sueca. 

Doc Emmet Brown
Ajvide construye un laborioso relato que implica la introducción del mito del vampiro dentro de una sociedad que se ve sacudida por otros elementos igual de terroríficos, como son el bulliyng, la soledad de las personas o la pedofilia misma. Un tema bastante serio al que escritor añade otro tipo de brutalidad sobre los menores: la explotación sexual. Una violencia descrita con una extensión de detalles que transforma la lectura en ciertos pasajes verdaderamente incomodos. Sin necesidad de acudir a la fácil descripción de los chupasangres, este libro contiene pasajes que navegan entre lo escabroso y lo memorable.

Cuesta decirlo, pero hay que alabar el desarrollo pausado que Ajvide expone a toda su narrativa, con un regodeo singular del que sale airoso. Este pirado (sólo hay que ver la foto elegida para adornar la cubierta) logra crear una atmósfera siniestra que logra transmitir la angustia de ciertos personajes al lector, el cual, continua enganchado a la lectura con el imperioso afán de que concluya cierta agonía, y que Ajvide, maneja con maestría a lo largo de unos párrafos, que logran extenderse a través de varias páginas con una calma tan siniestra como colosal. 

Podría enumerar varios tramos, pero lo mejor es entregar tal responsabilidad a la recomendación y que cada uno descubra cómo un libro puede superar con solvencia cualquier adaptación audiovisual. 


Déjame entrar
John Ajvide Lindqvist
Ed Espasa Calpe, 2008