Hace poco más de un
año del estreno de una de las series más esperadas. Tiempo
suficiente para suavizar la exagerada polémica que acompañaron los
8 episodios de la serie más cara de la historia: unos 60 millones de
euros por episodio. De entrada, conviene ir al grano y destacar que
esta primera temporada de Los Anillos de Poder, es digna
heredera de la trilogía creada y estrenada en cines por Peter
Jackson, y de eso hace ya unos veinte años. Un producto, el de Jackson,
triunfante en varios frentes; por supuesto en taquilla, a lo largo y
ancho del globo, para después dar paso a diversos premios
cinematográficos, a mayor gloria de sus responsables; y en último
lugar, el goloso caramelo de los productos asociados a su alrededor.
Una línea sabiamente explotada, a la par de las películas, y que hoy
día aún continua en juguetes, ropa, cómics, videojuegos y cualquier cosa vendible.
Seguramente éste sea el anzuelo del negocio, los números asociados
a una saga de éxito donde Amazon, al menos, propone un empujón
propio.
Hostia puta¡ - Amazon Studios |
Lo de las sagas,
ampliamente mercantilizadas, no es nuevo, hace 30 años Spielberg dio
un buen mordisco con Parque Jurásico, allá
donde un excéntrico millonario hizo buena la frase; ¡No hemos
reparado en gastos! en levantar
un negocio alrededor de los lagartos gigantes que poblaron el planeta
antes que nosotros. El magnate calvo de Amazon, Jeff Bezos, bien
podría apropiarse de la
misma frase para defender el producto audiovisual creado por Patrick
McKay y JD Payne. Porque pasta, lo que se dice pasta, ha puesto encima de la mesa para que
la serie estuviera a la altura de las esperanzas puestas en los
afines consumidores. Y no es para menos, después de acoquinar una
millonada en 2017, cuando Amazon se hizo con los derechos de explotación de El señor de los anillos y los derivados de la obra de
Tolkien. La serie creada a posteriori, apenas escatima en despliegue humano, vestuarios, calidad visual, efectos y otros extras
ligados al buen hacer del dinero. Y para muestra, la exagerada propuesta de la isla de Númenor, adornada con un exceso arquitectónico tan recargado, que sobrepasa la fantasía de que todo esté en perfectas condiciones pese a ser una isla que, curiosamente, apenas sufre de la erosión.
Sin embargo existe un
problema, nimio, pero problema: Que Los anillos de poder
es una serie. Y está encima apuesta a lo grande, con diferentes
tramas paralelas que limitan la retención del espectador ante el
amplio reparto expuesto. Seguramente, los dos primeros episodios,
dirigidos por el español JA Bayona, sean los más aburridos por la
dificultad de presentar a los protagonistas y exponer los problemas que
deben hacerse frente en la fantástica Tierra Media. Aunque dos horas
después debían de haber dado para algo más y la acción,
propiamente dicha, arranque en el tercer episodio, y a partir de ahí mejora la enorme bola que ha comenzado a rodar. Cabe resaltar que
no soy seguidor acérrimo de Tolkien, ni conozco al detalle los
apéndices, ni otras referencias escritas o sugeridas por el
honorable británico; pero lo que sí sé, es que Los anillos de
poder es una adaptación, y por lo tanto, una obra nueva y por
supuesto distinta a la hora de realizarse, encima, en un soporte distinto a la
literatura. Las libertades de los guionistas son necesarias para enriquecer
el ámbito audiovisual y, por supuesto, para defender el trabajo
creativo de la peña que se ha puesto detrás de tan ambicioso
proyecto. Al final, es el espectador el que tiene la sartén cogida por el
mando de su casa.
El elfo oscuro Adar, pedazo de personaje - Amazon Studios |
Los anillos de poder
echan la vista atrás, hacia el origen de las dichosas sortijas que
pondrán en jaque el mundo ideado en diversas guerras. En el reino de los
Elfos destaca la figura protagonista de Galadriel, comandante de algún tipo de
ejército al que lidera en su obstinada misión de perseguir cualquier resquicio sobre la sombra de Sauron. Galadriel mantiene una férrea cabezonería de
asegurarse de que el señor Oscuro desaparece de una vez por todas.
En su camino destaca la continua mala hostia, orgullo, locura y chulería frente a la adorable
reina del bosque de Lorien que acogió a Frodo y Compañía en La
Comunidad del Anillo. Una buena decisión de contrastes frente a
las películas, que lamentablemente siempre estarán ahí como elemento de
comparación. Por suerte, Los anillos de poder emprenden su
propio trayecto, exponiendo en diversas tramas las bases que conocen
quienes se hayan aproximado algo a la literatura o al cine. Es un
canto llamativo, inteligente y apropiado hacia el fandom, el
poder observar ciertos orígenes de personajes y escenarios
conocidos, en plan homenaje o los motivos que llevaron a conocer cómo
cayeron los reinos del Sur. Sinceramente memorable como los orcos preparan el advenimiento del reino de Mordor.
En términos
globales, es una buena serie de entretenimiento, cuyas tramas avanzan
en el amable y suave proceso estipulado por las modernas reglas que
imperan los seriales de éxitos. Muchas tramas paralelas, desconfianzas continuas entre los protagonistas y continuos giros de guion que presumiblemente buscan la sorpresa mediante algún momento álgido. Algo manidos estos virajes que pueblan los esquemas de las producciones televisivas, aunque estas tengan una verdadera factura cinematográfica que logran enmendar un producto final soberbio.
Los anillos de poder
Amazon Studios, 2022
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Los anillos de poder
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