Se cumplen 40 años de la creación de uno de los juguetes más exitosos de la década de los 80. Los hercúleos personajes de Masters of the Universe (MOTU), una pléyade de muñecos de plástico creados por la juguetera Mattel, con su correspondiente y propagandística serie de televisión. Éstos eran unos guerreros fantásticos de un planeta ubicado en el centro del universo, cuyos reinos luchaban entre sí para obtener el PODER. Tal poder, a modo de resumen, puede entenderse como un tesoro extra que eleva de categoría a quien ostente un arma mágico, como cuando adquieres un ítem particular de cualquier videojuego y te hace más fuerte ante el resto. En este caso una espada, el arma canalizadora que transforma a un joven príncipe Adam, en el musculado protagonista: He-Man. Apodado el hombre más fuerte del universo, con la misión de detener los intentos del villano, el memorable Skeletor, por hacerse con los secretos del castillo de Grayskull.
Para conmemorar tal redondeo, el pasado verano llegó un pequeña terna de nuevos episodios de dibujos animados. Una buena apuesta, la de actualizar un éxito del pasado con la llamativa propaganda de la añoranza. El responsable máximo responde al nombre de Kevin Smith, conocido cineasta americano por sus trabajos como guionista, productor y otras actividades relacionadas con la farándula y el mundo de los tebeos. Una figura acorde a la hora de reponer las antiguas aventuras de He-Man a la actualidad del siglo XXI.
Los dibujos molan, eso sí - Netflix |
Pero el adelanto fue solamente de 5 episodios. Tan esperados, que lograron llamar bastante la atención a la hora de su estreno en una plataforma online. Y pese a la decisión de retrasar el desenlace, otros cincos capítulos más con cuatro meses de espera. Sin duda era una buena manera de crear expectativas hasta la siguiente tanda, recién inaugurada en estas fechas tan cercanas a las puertas del mercadeo navideño. Pero este segundo estreno, ha jugado con el riesgo acumulado de una avalancha de críticas por parte de una mayoría del público al que iba destinado. Nada contentos con la primera parte de la historia. El contraste llega por parte de los críticos, prensa especializada y demás gentes opinadoras que han sido más condescendientes por la actualización de los héroes del pasado a los tiempos imperantes de la fragante actualidad.
Para aquellos que crecimos con todas esas figuras, la oportunidad de volver a disfrutar de nuevas aventuras de los personajes de nuestra infancia, supone una especie de revival. Una alegría contenida por una producción que resuena positivamente. Sobre todo si se expone como una continuación, una puesta a punto de las historias que ya se sabían con anterioridad, para dar paso a un horizonte nuevo y con una mirada algo más adulta. El acaparador Kevin Smith, acierta en dotar a la serie un tono intermedio, que eleve la recomendación del visionado para chicos algo más creciditos. Tampoco es que se pase de vueltas y la recomendación alcance la mayoría de edad, pero al menos intenta no caer en la infantilización del contenido propuesto, pues sabe que la mayoría de su público potencial anda más cerca de plantearse implantes capilares turcos. Ya en el primer capítulo surge la conexión con el pasado, al dar paso a una grandiosa batalla por hacerse con los secretos del castillo de Grayskull, con la novedad de que los malvados logran avanzar más de la cuenta. La resolución del episodio permite dar varios pasos hacia adelante, como si el lógico paso del tiempo hubiera alcanzado el apogeo de las luchas entre He-Man y Skeletor. Momento adecuado para que por fin, surja la posibilidad del experimento, de la visión de los creadores de MOTU: Revelations de avanzar y ceder el peso de la historia hacia otras latitudes.
El modelo a seguir era éste: Conan |
La magia del recuerdo queda suplantada por una actualización acorde a los tiempos que corren. En parte hay que evolucionar, y el bueno de Smith debió recibir carta blanca para elaborar su propia idea; un proyecto que con el tiempo se demuestra que debió verse mejor de corrido en lugar de dejar tanto espacio entre ambas partes. La reducción del número de visionados de la segunda parte, constatan el diabólico poder que tienen los que de verdad tienen la sartén por el mango: los espectadores. Aquellos a los que Smith llegó hasta insultar por no dorar su obra en primera instancia.
En el interludio de las dos partes, hay una referencia excesivamente dada en la ficción, sobre todo en el genero fantástico: la perdida del sentido de la muerte. Que un personaje pueda volver a la vida resulta un fastidio. Es un recurso visto en exceso, una carta tan marcada, que pierde toda efectividad dramática cuando cualquiera puede volver del Arallu a resolver los problemas que dejó en vida. Ya tuvimos bastante con otra animada serie de éxito de los 90, con otro grupo de energúmenos que reunían unas bolas mágicas e invocaban a un lagarto gigante para que los muertos volvieran a la vida. Y mira que de primeras MOTU: Revelations tenía buena pinta, cuando los guionistas hacen valer cierta madurez a la hora de dar muerte a ciertos personajes. Un recurso necesario, al tratarse de una guerra, que demuestra la dificultad de la historia que están tratando de colarnos y añade hasta épica, cuando algún personaje llega incluso a sacrificarse por salvar a sus compañeros. Salvo la citada resurrección del infierno por parte de algunos privilegiados. Está claro que hay clases para todo.
A groso modo, la serie deja de lado cualquier atisbo de historia secundaria, pese a contar con un excesivo número de personajes a los que podría dar mayor desarrollo. Al menos, la serie al completo cumple con los habituales protagonistas de ambos bandos (Man At Arms, Beast Man, Orko...) Sin embargo, hay algunos ilustres que tienen una aparición tan fugaz como insulsa. Como meter a Ran-Man con calzador en un momento dado y sin venir a cuento de nada. Ante la falta de un desarrollo secundario, sólo queda agarrarse a un relato principal atiborrado de múltiples giros de guion, con la firme intención de sorprender como hacer perder al espectador la paciencia ante tanto rollo místico y todopoderoso. Hay una ida de olla peligrosa, cuando algunos personajes encarnan poderes realmente excesivos y similares, como si fueran unos vulgares Pokémon que han evolucionado tan alto, que los combates se transforman en un mero espectáculo de flipadas.
El tamaño importa. O eso pensaron - Netflix |
MOTU: Revelations, al completo, confirma ser una entretenida ficción que recupera a uno de los personajes icónicos de los 80. La historia de Kevin Smith es la suya, ni tanto ni tan poco. Los lameculos andarán encantados de poder sumarse al visionado de una historia que tiende a enredarse por sí sola, con tanta parafernalia al cosmos que se echa de menos algo más salvaje, más simple como darse de hostias gratuitamente. MOTU ya fracasó a principios del 2 mil a la hora de estirar el negocio con otra serie animada que pasó por la historia sin gloria ni repercusión. Ahora se ha intentado estirar el recuerdo y promocionar una nueva aventura que logre avanzar la historia, con aires nuevos a otros personajes, pese al excesivo chorreo del empoderamiento femenino. Tampoco conviene lapidar en exceso una visión personal. A fin de cuentas, cualquiera puede recuperar sus muñecos y montarse su propia película.
Kevin Smith, Netflix
Masters del Universo: Revelations
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