Era el año 1995 cuando salía a la palestra del debut cinematográfico, Daniel Calparsoro. Uno de los mejores directores de cine español de la memorable hornada que dejó aquella década; con nombres tan reconocibles como Alex de la Iglesia, Icíar Bollaín, Julio Medem... junto a otros nombres de éxito en taquillas como Santiago Segura o Alejandro Amenábar. El único gran pero que se le pueda asociar a Calparsoro está ligado al pomposo triunfo de los premios, ya que en taquilla, normalmente, ha logrado buenos números tras derivar su carrera en cintas comerciales, algunas con el renombre de Cien años de perdón, donde contaba con un reparto bastante potente. Sin embargo y a pesar del ego centrado en el reconocimiento de la propia industria, reitero mi gusto por Daniel Calparsoro, porque es un buen director de cine, como así demuestra su filmografía, donde destaca principalmente su enorme poderío visual, gracias a una factura impecable, al manejo de la cámara y que, a pesar de las historias que cuenta, siempre sobresale una realización que logra demostrar el buen oficio del cineasta. Sin embargo, a su trayectoria se le puede achacar la falta de una historia de más empaque. La típica película que logre aunar a crítica y público mientras esa imaginaria cinta sortea el paso del tiempo sin envejecer. Tal vez no llegue nunca, pero molaría que al autor le cayese del cielo algún guion memorable y que este señor lograse redondear en imágenes tal deseo. Sería un pequeño deleite para quienes recurren a señalar alguna película celebre de tal o cual director de cualquier listado. Éste será el banal defecto de Calparsoro, cuya profesión sabe realizarla con holgura.
Y Salto al vacío fue un muestra curiosa, un debut alejado del carácter comercial actual de su autor. Una historia de delincuentes, sórdida, sucia y hasta molesta de ver cómo se expone tanta mierda entre paredes desconchadas. A ojos vista, parece una especie de retrato de la decadencia industrial de los famosos altos hornos vascos. Y allí, en esa sociedad de bajos fondos circulan los protagonistas: una banda de jóvenes que se dedican a trapichear con drogas y con algún que otro encargo de mayor entidad. De todos ellos destaca la figura de Alex, la única femina del grupo y que anda tras los huesos de Javi; el supuesto jefe y que no termina de aclarar ningún tipo de relación con ella.
Salto al vacío
Daniel Calparsoro, 1995
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