6 de junio de 2016

Las alegres aventuras de Robin Hoood

La simple enunciación de su nombre representa un autentico icono popular, siendo una de las figuras más representativas de la literatura universal. Y en el reducido ámbito del mundo occidental, es donde la mayor parte de la población debería conocer los pormenores de este fulano vestido de verde. Dicen las malas lenguas que tenía tendencia al robo, nada nuevo desde luego si lo comparamos con los tiempos actuales, salvo el destino, pues parece ser que desvalijaba a los ricachones de entonces para después repartirlo entre los más necesitados. Que herejía. A día de hoy sigue respondiendo al nombre de Robin Hood, personaje de leyenda medieval donde sus fuentes literarias parecen nutrirse de algún personaje real que la tradición oral ha ido transformando la exagerada epopeya del arquero infalible. Hay bastantes indagaciones y estudios acerca del personaje real o histórico que sin embargo no entran al caso de esta entrada bloguera, aunque podamos señalar algún que otro enlace, que tampoco cuesta mucho extender redes. 

Living la vida Sherwood
Las alegres aventuras de Robin Hood, escrita por Howard Pyle, representa una de las primeras apariciones escritas del bandolero en la literatura, si obviamos las baladas cantadas, romances medievales y demás apariciones herederas de la tradición oral. La intervención de Robin Hood en Ivanhoe, tuvo un carácter secundario, mientras que en la obra del norteamericano Pyle, ocupa el protagonismo absoluto.

A renglón seguido de la lectura de Ivanhoe, enlazo esta obra sobre las peripecias del famoso proscrito del bosque de Sherwood. Y como esta corta novela aglutina las peores características de la literatura juvenil. Al contrario de lo que sucede con el mayor poso y desarrollo de Ivanhoe. Pyle compone una obra donde expone toda la parafernalia que acompañará a la leyenda de Robin Hood en posteriores publicaciones y adaptaciones. Su inhumana destreza con el arco, la banda de forajidos y sus famosos componentes, como el fiel lugarteniente, Pequeño John, los enfrentamientos con el sheriff de Nothingam, el famoso torneo de arqueros y la fugaz aparición del idealizado rey Ricardo I, más conocido como Corazón de León. Todo este conglomerado de atributos y aventuras son expuestas a través de un libreto separado por capítulos. Esta estructura divide y rompe algo la linealidad del relato con diversos saltos temporales y la escasa unión de una temática común que sirva para enlazar el conjunto de la historia. Parece como si la novela fuese una colección de diversas aventuras recopiladas, y bien podrían publicarse por separado. 

Uno de los graves problemas de la escritura es su escasa profundidad en los temas que trata, junto al cariz juvenil que expone en personajes y tramas. A Robin Hood y a sus compinches les sobran carcajadas de tan felices que se encuentran, espoleados por los múltiples adornos de su vida campestre, a los que suele complementar Pyle en una isla donde el clima, permitanme que dude, parece bastante complaciente sobre un grupo de personas que buscan cobijo en las penumbras de los bosques. En realidad lo que falta es algún punto de mala ostia para desgranar el conflicto que conlleva sobrevivir fuera de la ley, robando a los mismos gerifaltes sin que a estos se les ocurra prender fuego al espacio natural donde se ocultan los proscritos como lógica represalia. 


Bien pudiera valer esta obra para acercar a los más jóvenes el mundo de las letras impresas. Pues cuenta con alguna que otra guasa entrañable, acompañada por un lenguaje ágil y rápido. Como los actos que llevan los premeditados conflictos, resueltos en un pispas, sin mayores glorias a la elaboración y madurez que todo buen escritor intenta realizar en sus obras. Ni que decir tiene que la única recomendación viable esta dirigida al grupo preadolescente, quienes tal vez puedan apreciar el germen de un mito de la cultura popular, y que a estas alturas merezca una revisión que otorgue una nueva perspectiva que eleve a un mayor nivel y con cierta esperanza, la calidad literaria hacia tan importante nombre.

La flecha salió volando y, aunque parezca increíble, acertó de lleno en la flecha del desconocido, rompiéndola en astillas.


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Las alegres aventuras de Robin Hood
Howard Pyle
Ed. El País aventuras. 2004

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Ivanhoe
El león en invierno

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