D.R. |
Para entender de que va el asunto hay que retroceder hasta la década de los 60 del siglo XX y a la formación de un grupo terrorista que intenta asesinar al presidente francés de la época, Charles de Gaulle, cuando este deriva en su política hacia Argelia para que este país deje de ser colonia francesa. Tras un atentado frustrado, la dirección de la OAS maquina contratar a un profesional para que asesine al presidente francés de la manera más anónima posible. Ahí es donde entra en juego el Chacal, el perfeccionista asesino que acepta el encargo a pesar de la dificultad de la ejecución. De esta forma el espectador asiste a la minuciosa elaboración del plan para llevar a cabo el asesinato, el lugar, el arma, pasaporte falso, vías de escape, etc. Por otro lado las autoridades francesas tampoco se andan con chiquiteces, y alertadas por una serie de movimientos de la OAS, inician su particular investigación para prevenir cualquier acción hacia de Gaulle. Entra pues el baile de la narración fílmica separada por los dos bandos, el del mercenario y el de las fuerzas de seguridad en una prolija sucesión de deducciones y engaños para obtener cada uno sus fines.
Te vamos a dar de ostias... -D.R. |
/D.R. |
Sin embargo siempre hay algo que hecho en falta en esta primera adaptación de la novela. Seguramente tenga que ver con un formato cinematográfico más actual donde se prima al personaje y a los supuestos demonios interiores frente a la simple exposición de Zinnemann, donde solo al detective Lebel se le presupone una vida familiar y las posibles consecuencias de un posible fracaso en la captura del mercenario. Aparte también de algunas simplezas como la forma en que la espía de la OAS consigue encandilar a un alto grado militar francés. Pequeñeces varias que no desentonan una agradable película sobre una soberbia novela.
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Chacal, 1973
Fred Zinnemann
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