Después de un leve acercamiento senderista a los restos de la guerra civil española por la sierra de Guadarrama, ya iba siendo hora incluir alguna novela en el blog sobre el mismo tema bélico. Por quien doblan las campanas de Ernest Hemingway cuenta además con la ventaja de que su argumento se desarrolla en esta misma cadena montañosa. Tan cercana que casi dan ganas de echarse al monte, como los protagonistas de la novela, e intentar adivinar por dónde andarían ocultos las ficticias bandas de Pablo o del Sordo. Y es que el autor centra el argumento del libro en esta sierra, con los bosques de Valsain y la ofensiva republicana hacia Segovia como lugares y hechos históricos más destacados. Robert Jordan es un joven norteamericano que recibe el encargo de volar un puente para cortar la comunicación por carretera de los nacionales en cuanto se produzca el ataque republicano. Para llevar a cabo esta misión, Jordan se internará en los pinares de la sierra de Guadarrama, donde deberá contar con la ayuda de partidas de milicianos que sobreviven en el bosque realizando pequeñas emboscadas contra los sublevados. La voladura del puente y los riesgos que conlleva planeará sobre las cabezas de los personajes a través de tres días completos. Tres complejos e intensos días donde el protagonista deberá superar diversas dificultades y donde también hallará el amor en María, una joven rescatada por los milicianos.
Lo mejor del acercamiento de un extranjero sobre la fratricida guerra civil, es su independiente punto de vista, además de la propia experiencia personal de su
autor, adquirida como corresponsal de guerra. A pesar de la clara postura antifascista del mismo Hemingway, al escritor no le tiembla el pulso al describir que malnacidos hay en ambos bandos, ahondando más en el lado republicano donde estaba instalado y donde convivían exageradas propuestas ideológicas, llevadas al extremo y a la desfachatez de la cordura. Anarquistas, comunistas y derivados enfrentados entre ellos a pesar de que el enemigo estaba al otro extremo de la trinchera. Por otro lado está la propia novela y su resultado desigual. Por quien doblan las campanas contiene buenos pasajes pero no termina de finiquitar ni de cuajar en toda la obra, normalmente se pierde parte del interés en algunos tramos, como la excepcional matanza que describe Pilar en su propio pueblo. Cabe destacar que la amplia descripción no solo sirve para acentuar la violencia primitiva del hombre, sino que también alarga un hecho que Hemingway subraya en exceso, prolongando un capítulo donde muestra el salvajismo ibérico de los primeros compases de la guerra.
El libro arranca con el protagonista, que es conducido hasta una conocida banda liderada por Pablo, un singular personaje que ha perdido el valor que le llevó a asolar terreno nacional. Sin embargo no ha perdido la cabeza, aunque trate de emborronarla constantemente con vino, y enseguida se da cuenta de que la misión del dinamitero americano es más peligrosa de lo que aparenta. La novela contiene un alto interés personal, al destacar los personajes dentro del vasto paisaje de los pinares. El amplio marco natural es acompañado por la agreste personalidad de los individuos que conforman los milicianos. Empezando por Pilar, gitana y mujer de Pablo, tan malhablada como entregada a su causa. La vertiente femenina continua por María, la mujer por la que Jordan hará temblar el mundo, quizá el personaje más flojo y con un proceso de enamoramiento tan infantil al principio que el supuesto flechazo queda bastante diluido entre ambos a lo largo de esos días. El resto de la milicia esta compuesto por un buen conglomerado de secundarios que aportan veracidad, fuerza y aristas al conjunto de la novela.
Por quien doblan las campanas es una buena novela que carece de ese punto extra para convertirla en imprescindible. Destaca particularmente en los momentos de mayor acción, la descripción de las batallas y las peripecias que se ven obligados a acometer diferentes personajes. También me encanta la elaboración de los ambientes tensos entre los protagonistas, normalmente entre Pablo y Jordan sobre la misión del puente y el parecer de cada uno. Hemingway domina hábilmente estos pasajes, con la lucha de gallos que parece llegar siempre a puntos extraordinariamente calientes. Sin embargo, falta algo, el remate o la excelsa continuación en otros ámbitos. El libro no consigue engancharme del todo, hay baches pese al buen cumulo de problemas y soluciones. No se consigue cerrar bien todo lo que se toca y esa falta de punch hace perder parte de la grandeza de una buena novela que no llega a cotas más altas.
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¡Alto! ¿Quién Vive?. - Oyeron el ruido del cerrojo de un fusil que era echado hacia atrás y luego el golpeteo contra la madera al impulsarlo hacia delante.
- Somo camaradas- dijo Anselmo
- ¿Qué camaradas?
- Camaradas de Pablo - contesto el viejo. ¿No nos conoces?
- Sí - dijo la voz -. Pero es una orden ¿Sabéis el santo y seña?
- No, venimos de abajo.
- Ya lo sé - dijo el hombre de la oscuridad -; venís del puente. Lo sé. Pero la orden no es mía. Tenéis que conocer la segunda parte del santo y seña.
- ¿Cuál es la primera? - pregunto Jordan.
- La he olvidado - dijo el hombre en la oscuridad, y rompió a reír.
Por quien doblan las campanas.
Ernest Hemingway
Ed Debols!llo
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