El autor de esta novela responde al nombre de Sergiusz Piasecki. Un curioso ciudadano de origen polaco que acabó sus días en la Gran Bretaña, donde su cuerpo reposa desde 1964. Y este buen señor, tuvo una azarosa vida repartida entre diversos oficios como bandolero, escritor y diferentes graduaciones militares. El clásico figura que abarca más de una vida para sí mismo y cuya biografía rellenaría algún filme o libro personalizado. De todos sus escritos, sobresale El enamorado de la Osa Mayor como mayor logro editorial. En este libro, se relata un supuesto ejercicio autobiográfico de su experiencia en la frontera como contrabandista. Otra ocupación de bien, que ejercía en el período de entreguerras mundiales en el continente europeo. Piasecki escribió la novela mientras estaba preso en la cárcel, con la idea de presentar la obra a un concurso literario y rellenar el tiempo libre del que disponía en esa agradable estancia, pues tenía pensión completa gracias a sus labores en el contrabando y algún trabajillo extra fuera de la legalidad. Sin embargo, la censura retrasó su publicación aunque sin evitar que el libro alcanzase cierta notoriedad un poco más tarde, concretamente en 1937; convirtiéndose en un éxito entre sus conciudadanos y que pilló desprevenido a su autor. Después llegaría la II Guerra Mundial, la separación europea en dos bloques políticos bien diferenciados y la dedicación de Piasecki a criticar el comunismo desde su última residencia ubicada en Londres.
La novela se centra en la descripción que Sergiusz Piasecki hace del negocio del contrabando entre la frontera polaca y sus vecinos rusos. En un relato que idealiza tal oficio, gracias a la aventura de las rutas nocturnas, la obtención de buenas sumas de dinero y el libertinaje de los hombres que se juegan la vida entre las sombras de la noche. Incluidas algunas mujeres que también forman parte del lucrativo negocio y celebran la vida como un hermoso regalo. Porque una vez superado el peligro y cobrada la comisión, hay espacio para el divertimento, a través de relucientes francachelas cantadas con vodka y amenizada entre música, pepinillos y salchichas. Y el Ratón canturreando el aria de la Sabatina, se puso a bailarla sobre el fango de la plaza. Luego nos acompañamos uno a otro a casa charlando. No recuerdo una palabra de lo que dijimos.
El enamorado de la Osa Mayor es un buen relato de aventuras donde caben los habituales atributos del genero; una experiencia repleta de peripecias singulares entre los negocios y las gentes que los llevan a cabo. Abunda una realidad concreta de la vida de frontera, incluida una leyenda local, con su correspondiente fantasma. También hay espacio para el villano de turno, el lógico malhechor que tiene la misión de obstaculizar el paso de nuestro héroe y de convertirse en el enemigo por el que merezca la pena combatir la atención de una mujer. Hay más mujeres señaladas en la novela, donde nuestro protagonista puede darse el lujo de tontear con cualquiera. Porque está es su historia y la adorna como quiere, en plan don Juan. Aunque haya espacio para los amoríos, cabe destacar el deseo que provoca una única mujer, el loco enamoramiento que provoca alguien especial y la reseña correspondiente que merece al fémina en cuestión. Porque por encima de todas, siempre hay una que deja marca.
El conglomerado del contrabando y su proceso ocupa buena parte del texto, así como la función de las diversas bandas que conformaban toda una buena grupeta de aventureros. Una pequeña horda de secundarios para completar un genial relato de la condición humana, a los que Piasecki dedica bastante atención, tanto a sus nombres como a su participación del texto. Hay leales compañeros, como el singular locuelo del Ratón, a famosos borrachos como Bolek Cometa. También hay gentes instruidas, como Pedro, citado como el Filosofo y que por necesidades económicas termina buscando la tierna salida del dinero fácil. A fin de cuentas, la supuesta autobiografía, es una suerte de experiencia vital que engatusa al protagonista, tanto de la estrella que le sirve de guía como la conciencia de la existencia de un código ético que transforma a todos estos contrabandistas. Elevados en algún estándar de clase superior, en una suerte de orgullo de pertenecer a un selecto club de elegidos.
Obviamente, a la novela podemos ponerle alguna que otra pega, como que varios pasajes parecen bastante repetitivos o andan menos acicalados en la escritura. Hay bastantes frases cortas, sin mayor desarrollo que una simple idea o mayor elaboración que la describir un dato, y que apenas enlaza con algún extracto a destacar a su alrededor. Podríamos dar por sentado que el proceso de la escritura no era la más adecuada, a ver cómo diablos se escribe recluido en una cárcel de principios del XX; y con carencias del propio papel para plasmar ideas. En otras circunstancias, la novela habría pasado por algún borrador previo antes de su publicación, aunque este mismo defecto le confiere cierta gracia y espontaneidad.
Pero lo mejor de las simpáticas correrías del protagonista viene dada por una simple búsqueda del mismo autor. Basta fisgonear un poco para que se confirme el arte de la invención, porque parece que hay bastante de ficción en el relato, una suerte de endulzar un suceso pasado, de tan buen recuerdo que la magia de la historia se transforma en la arrogancia de mejorar lo vivido o realzar una única verdad. La de este señor hacia sí mismo. Datos recabados a posteriori, por lo que debería corregirse la sentencia autobiográfica, que quedaba muy bien en la contraportada, la verdad. Pongo un par de enlaces al final del post sobre este tema.
El libro arraiga la sensación del ideal del buen salvaje, aquel que termina estando más cómodo bajo las estrellas que protegido por cualquier techado artificial. Porque Sergiusz Piasecki entró en el negocio por necesidad, eran malos tiempos para los bolsillos y los estómagos vacíos. La dureza de las caminatas a ciegas, la tensión por ser descubiertos por los soldados rusos y la lógica satisfacción del dinero obtenido, se van transformando en una necesidad vital, una droga que otorga sentido a la existencia de alguien que venía pasando penurias. Y si encima encuentra la camaradería, el buen sentir de unos hombres que comparten alegrías, esfuerzos y miserias; todo adquiere un carácter de fraternidad que suena lógico que el autor dedique tiempo a dejarlas por escrito..., un deseo de espacio, de bosque de libertad, de caminos difíciles y peligrosos donde brilla el "sol zíngaro" y centellean las estrellas de la Osa Mayor. Y a realzarlas.
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Hasting Borough, East Sussex, England. Fotografía de Kamil Sobolewski |
El puesto de honor en la mesa era ocupado por Bolek Cometa, celebré contrabandista, de unos cincuenta años, conocido como bergantes y borrachín sin rival en toda la frontera. Supe más tarde que el apodo de "Cometa" le venía de que el viejo bribón había vendido cuanto poseía y se había bebido todos los cuartos que le produjo aquella venta, en el año 1912, cuando el cometa Halley venía corriendo contra la Tierra y había de provocar el fin del mundo.
El enamorado de la Osa Mayor
Sergiusz Piasecki
Sergiusz Piasecki
Ediciones GP, 1973, Colección Reno, 144
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https://casiliteral.com/la-tuberculosis-de-kafka/el-enamorado-de-la-osa-mayor-i/
https://przystanekhistoria.pl/pa2/tematy/kultura/105036,Sergiusz-Piasecki-Zolnierz-i-pisarz-antykomunista.html
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