30 de abril de 2025

El enamorado de la Osa Mayor

El autor de esta novela responde al nombre de Sergiusz Piasecki. Un curioso ciudadano de origen polaco que acabó sus días en la Gran Bretaña, donde su cuerpo reposa desde 1964. Y este buen señor, tuvo una azarosa vida repartida entre diversos oficios como bandolero, escritor y diferentes graduaciones militares. El clásico figura que abarca más de una vida para sí mismo y cuya biografía rellenaría algún filme o libro personalizado. De todos sus escritos, sobresale El enamorado de la Osa Mayor como mayor logro editorial. En este libro, se relata un supuesto ejercicio autobiográfico de su experiencia en la frontera como contrabandista. Otra ocupación de bien, que ejercía en el período de entreguerras mundiales en el continente europeo. Piasecki escribió la novela mientras estaba preso en la cárcel, con la idea de presentar la obra a un concurso literario y rellenar el tiempo libre del que disponía en esa agradable estancia, pues tenía pensión completa gracias a sus labores en el contrabando y algún trabajillo extra fuera de la legalidad. Sin embargo, la censura retrasó su publicación aunque sin evitar que el libro alcanzase cierta notoriedad un poco más tarde, concretamente en 1937; convirtiéndose en un éxito entre sus conciudadanos y que pilló desprevenido a su autor. Después llegaría la II Guerra Mundial, la separación europea en dos bloques políticos bien diferenciados y la dedicación de Piasecki a criticar el comunismo desde su última residencia ubicada en Londres. 
La  novela se centra en la descripción que Sergiusz Piasecki hace del negocio del contrabando entre la frontera polaca y sus vecinos rusos. En un relato que idealiza tal oficio, gracias a la aventura de las rutas nocturnas, la obtención de buenas sumas de dinero y el libertinaje de los hombres que se juegan la vida entre las sombras de la noche. Incluidas algunas mujeres que también forman parte del lucrativo negocio y celebran la vida como un hermoso regalo. Porque una vez superado el peligro y cobrada la comisión, hay espacio para el divertimento, a través de relucientes francachelas cantadas con vodka y amenizada entre música, pepinillos y salchichas. Y el Ratón canturreando el aria de la Sabatina, se puso a bailarla sobre el fango de la plaza. Luego nos acompañamos uno a otro a casa charlando. No recuerdo una palabra de lo que dijimos.

El enamorado de la Osa Mayor es un buen relato de aventuras donde caben los habituales atributos del genero; una experiencia repleta de peripecias singulares entre los negocios y las gentes que los llevan a cabo. Abunda una realidad concreta de la vida de frontera, incluida una leyenda local, con su correspondiente fantasma. También hay espacio para el villano de turno, el lógico malhechor que tiene la misión de obstaculizar el paso de nuestro héroe y de convertirse en el enemigo por el que merezca la pena combatir la atención de una mujer. Hay más mujeres señaladas en la novela, donde nuestro protagonista puede darse el lujo de tontear con cualquiera. Porque está es su historia y la adorna como quiere, en plan don Juan. Aunque haya espacio para los amoríos, cabe destacar el deseo que provoca una única mujer, el loco enamoramiento que provoca alguien especial y la reseña correspondiente que merece al fémina en cuestión. Porque por encima de todas, siempre hay una que deja marca.

El conglomerado del contrabando y su proceso ocupa buena parte del texto, así como la función de las diversas bandas que conformaban toda una buena grupeta de aventureros. Una pequeña horda de secundarios para completar un genial relato de la condición humana, a los que Piasecki dedica bastante atención, tanto a sus nombres como a su participación del texto. Hay leales compañeros, como el singular locuelo del Ratón, a famosos borrachos como Bolek Cometa. También hay gentes instruidas, como Pedro, citado como el Filosofo y que por necesidades económicas termina buscando la tierna salida del dinero fácil. A fin de cuentas, la supuesta autobiografía, es una suerte de experiencia vital que engatusa al protagonista, tanto de la estrella que le sirve de guía como la conciencia de la existencia de un código ético que transforma a todos estos contrabandistas. Elevados en algún estándar de clase superior, en una suerte de orgullo de pertenecer a un selecto club de elegidos. 

Obviamente, a la novela podemos ponerle alguna que otra pega, como que varios pasajes parecen bastante repetitivos o andan menos acicalados en la escritura. Hay bastantes frases cortas, sin mayor desarrollo que una simple idea o mayor elaboración que la describir un dato, y que apenas enlaza con algún extracto a destacar a su alrededor. Podríamos dar por sentado que el proceso de la escritura no era la más adecuada, a ver cómo diablos se escribe recluido en una cárcel de principios del XX; y con carencias del propio papel para plasmar ideas. En otras circunstancias, la novela habría pasado por algún borrador previo antes de su publicación, aunque este mismo defecto le confiere cierta gracia y espontaneidad. 

Pero lo mejor de las simpáticas correrías del protagonista viene dada por una simple búsqueda del mismo autor. Basta fisgonear un poco para que se confirme el arte de la invención, porque parece que hay bastante de ficción en el relato, una suerte de endulzar un suceso pasado, de tan buen recuerdo que la magia de la historia se transforma en la arrogancia de mejorar lo vivido o realzar una única verdad. La de este señor hacia sí mismo. Datos recabados a posteriori, por lo que debería corregirse la sentencia autobiográfica, que quedaba muy bien en la contraportada, la verdad. Pongo un par de enlaces al final del post sobre este tema. 

El libro arraiga la sensación del ideal del buen salvaje, aquel que termina estando más cómodo bajo las estrellas que protegido por cualquier techado artificial. Porque Sergiusz Piasecki entró en el negocio por necesidad, eran malos tiempos para los bolsillos y los estómagos vacíos. La dureza de las caminatas a ciegas, la tensión por ser descubiertos por los soldados rusos y la lógica satisfacción del dinero obtenido, se van transformando en una necesidad vital, una droga que otorga sentido a la existencia de alguien que venía pasando penurias. Y si encima encuentra la camaradería, el buen sentir de unos hombres que comparten alegrías, esfuerzos y miserias; todo adquiere un carácter de fraternidad que suena lógico que el autor dedique tiempo a dejarlas por escrito..., un deseo de espacio, de bosque de libertad, de caminos difíciles  y peligrosos donde brilla el "sol zíngaro" y centellean las estrellas de la Osa Mayor. Y a realzarlas.
Hasting Borough, East Sussex, England. Fotografía de Kamil Sobolewski
Tras los avatares de la II GM  y su participación en el ejercito polaco, Piasecki terminó con sus huesos en la pérfida Albión. Hasta su muerte publicó otras obras, mayoritariamente sátiras políticas, de las cuales ninguna ha sido publicada al español. Queda pues en soledad, está única novela que ha logrado sobrepasar algo el tiempo, con una última tirada dada en 2006 gracias a la editorial Acantilado, y siendo halagada por numerosos lectores desde tiempos remotos. Uno de ellos, tuvo el detalle de recomendarme su lectura dentro de la Colección Reno. Tras un breve margen para adquirir el ejemplar, su posterior lectura y reseña, agradezco tal detalle de una lectura gratificante y singular. Y por tanto, me sumo a sus aduladores. A la ficción.

El puesto de honor en la mesa era ocupado por Bolek Cometa, celebré contrabandista, de unos cincuenta años, conocido como bergantes y borrachín sin rival en toda la frontera. Supe más tarde que el apodo de "Cometa" le venía de que el viejo bribón había vendido cuanto poseía y se había bebido todos los cuartos que le produjo aquella venta, en el año 1912, cuando el cometa Halley venía corriendo contra la Tierra y había de provocar el fin del mundo.

El enamorado de la Osa Mayor
Sergiusz Piasecki
Ediciones GP, 1973, Colección Reno, 144

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https://casiliteral.com/la-tuberculosis-de-kafka/el-enamorado-de-la-osa-mayor-i/ 
https://przystanekhistoria.pl/pa2/tematy/kultura/105036,Sergiusz-Piasecki-Zolnierz-i-pisarz-antykomunista.html


24 de abril de 2025

Daredevil

Resulta curioso que fuera Netflix quien llevará a su catálogo audiovisual las aventuras del justiciero ciego, y que éste termine en el mismo saco que los demás. En Disney, La multinacional que lo abarca todo; para bien y para mal. Daredevil es uno más de los héroes creados por Stan Lee, allá por la década de los 60, y de los cuales tuvo un seguimiento secundario. Porque Daredevil fue desplazado en popularidad por otros enmascarados más llamativos y con mayor tirón comercial. Se quiera o no, el diablo rojo andaba en una liga menor dentro del universo de Marvel, sin aventuras ni villanos relevantes en su haber. A nivel personal, tampoco era santo de mi devoción un tipo que padecía de poderes menos fantasiosos que aquel extraño radar que tenía en su cabeza. Pero esta entrada es una buena excusa para comprobar que todavía conservo algún añejo ejemplar de la edición española Vértice, aquella maravillosa colección que rebautizó al llamado, demonio de la Cocina del Infierno, como Dan Defensor. 

Sin embargo, a estas alturas del primer tercio de siglo, la serie ha cambiado de plataforma y la cuarta temporada ha sido elaborada bajo los auspicios de Disney en su redondo negocio sobre los cómics de Marvel. Pero antes de llegar al Born Again, conviene repasar el por qué del éxito de un aventurero más callejero, y con un rango de acción más reducido, al amparo de la noche y ligado a un barrio y ciudad concreta. Se trata por tanto de algo más cercano, y sin duda, más humano que otros personajes del mundo paralelo de Marvel; allí donde los múltiples villanos aspiran a mayores logros que dominar una simple ciudad y la fantasía desborda en demasía la acumulación de héroes cinematográficos, cuyas aventuras parecen siempre la misma historia.
El héroe con cuernecitos
Daredevil tuvo suerte, porque la actual serie televisiva bebe del relanzamiento que supuso la intervención de Frank Miller en las viñetas de los años 80. Miller es uno de los grandes guionistas del noveno arte, y tuvo la facultad de elevar sus aventuras hacia una dirección más adulta, madura y sombría. El popular hombre sin miedo acabó siendo redefinido por Miller (junto al entintador Klaus Janson) en historias más elaboradas, oscuras y violentas; dando pie a personajes más complejos e interesantes. Un éxito inmediato que transformó, con el paso de los años, en un trabajo imprescindible para los amigos de los tebeos y de la que Netflix se nutrió para poner en pie la serie. Para evitar comparar el Born Again de Disney con las temporadas anteriores, me he quedado sin visionar el promocionado retorno del héroe rojizo y centrarme en la adaptación prepandemia. 

En parte no haría falta, pero por si acaso conviene situar al protagonista como un brillante abogado discapacitado por la ceguera: Matt Murdock, quien junto a su colega universitario, Foggy Nelson, planean levantar un bufete de abogados que defienda los intereses de los necesitados e inocentes, gracias a la habilidad sobrehumana de Murdock de discernir cuando la peña miente por la alteración que provocan los latidos del corazón en tal circunstancia. Ahí andan repartidas sus actividades diurnas; mientras que por la noche, surge un tipo que viste de negro con retales que parecen sacados del Decathlon. Como un triste pañuelo en el rostro para ocultar la jeta del hombre dedicado a repartir estopa sobre los criminales que pululan por la amplia ciudad de Nueva York. 
El mítico soldado patoso, borda su papel de mafioso
En una interesante primera temporada, está la presentación de la figura del héroe y de establecer un enemigo a su altura. El legendario Kingpin, subyugado a la nomenclatura oficial de Wilson Fisk. Es una estructura puramente representativa de las series televisivas, donde hay tiempo de sobra para mostrar la creación del personaje mientras la historia avanza en paralelo con las clásicas historias secundarias que suman fuerzas para formar el producto completo. Ahí adquieren importancia los amigos del protagonista, Foggy y Karen, que pueden volar solos sin estar bajo la batuta de un único protagonista. Algo similar ocurre con Elektra y el Castigador en la segunda temporada, o la inclusión de Bullseye en la tercera. Personajes imprescindibles en la cronología de Daredevil y las obras expuestas por Miller. La serie televisiva tiene la libertad de tomarse el tiempo necesario para explicar motivos, aspiraciones y demás consignas que expliquen los motivos por los cuales se mueven tales figuras. Incluida la variante femenina de Karen "metetentodo" Page. Se entiende el protagonismo que debe alcanzar un personaje central de la historia, pero los autores la han otorgado una cargante versión de la habitual manía de imponer una mujer fuerte e independiente en el drama. Me sobrepasa la función de esta pelma.

No hay tiempo ni ganas de extender un comentario concreto por temporada. Básicamente, porque con sus altas y bajas, Daredevil mantiene un tono general alto. Es una serie bien hecha, que cuenta con una buena dosis de acción, habitualmente filmadas en largas coreografías que resaltan el trabajo realizado por un enorme equipo de producción que sabe lo que hace. A la cabeza, me viene la memorable pelea que Daredevil mantiene con un grupo de moteros en el tercer episodio de la segunda temporada, aunque como esta secuencia hay variadas y repartidas peleas donde romper huesos a mansalva en todas la temporadas. Una llamativa premisa que rompe otras opciones vistas en el alocado montaje que proponen cada vez que hay hostias como panes en otras producciones audiovisuales. Tal vez en demasía, acorde en un producto que enlaza más que bien con los cómics de Miller y Klaus. Que corra la sangre.

Si alguien quiere encontrar algún pero, seguramente lo encuentre en la hábil maquinaria que se ha establecido en producir series como churros. La prefabricación queda latente en un esquema similar a cualquier otra serie de éxito; como la manía de terminar los capítulos con el habitual gancho que provoqué en el espectador la tonta necesidad de pasar al siguiente episodio; o la innecesaria verborrea disfrazada de discursos trascendentales. Hay tanta chulería repartida entre tanto personaje que la sencillez que aporta el amigo Foggy le coloca en una posición necesaria de empatía con cualquier espectador que no sea un flipado. A fin de cuentas no es más que otra ficción de un tipo que se disfraza por las noches para actuarr de justiciero en lugar de ejercer de travesti en algún club nocturno.  

De los habituales 13 episodios por temporada, bien podrían reducirse si la hábil tijera recorta miradas ceñudas o introducciones engalanadas con actos musicales. Pero se ve que hay cadenas de montaje bien pertrechadas en la industria norteamericana. Detrás de la militar, la más potente del país aglutinada bajo las barras y estrellas. 

Daredevil
Netflix -  Marvel TV
2015-19

Dan Defensor en una colección que me hizo feliz de niño