30 de septiembre de 2018

15 días contigo

Probablemente fue la mejor película española de 2005. Pero su repercusión fue más bien escasa entre el público y menos aun en las taquillas. Tampoco tuvo respaldo en la plataforma publicitaria que suponen los premios Goya, donde en ocasiones se rescata algún filme destacable al que otorga una segunda oportunidad. Únicamente fue nominada la actriz principal, Isabel Ampudia, en la extraña y absurda categoría de actriz revelación. No viene a cuento, pero una actriz de larga trayectoria como Soledad Villaamil, logró tal cabezón en la edición de 2009. Nada más que añadir.
Una historia de amor sin empalagar
El sevillano Jesús Ponce debutaba en el largometraje con una historia que reparaba en las vicisitudes de una pareja relegada a las calles, a la supervivencia del día a día y con el objetivo de rebañar cualquier limosna que sume la cantidad suficiente para tener que llevarse algo a la boca. O a las venas. Porque cada uno arrastra sus propias necesidades. 

El protagonismo recae en Isabel (Isabel Ampudia), recién salida de la cárcel y con la firme intención de reubicar su vida. Aunque sea a hostias, con la arisca terquedad de quien se propone algo y evitar los palos del pasado. Pero los inicios son duros y la sociedad tiene implantados diversos muros invisibles que logra separar a las personas. Esas barreras son tan transparentes y duras como el cristal, te permiten echar una ojeada al escaparate de la vida pero cerrarte la puerta si tus bolsillos apenas logran codiciar los productos que exponen. Por suerte, se reencuentra con un viejo conocido, Rufo ( Sebastián Haro) quien la guiará por los ruedos de las calles, y juntos formarán la extraña pareja de los contrastes. Ella intenta superar las barreras sociales para poder incorporarse al reflejo de la vida normal mientras limpia los escaparates de los negocios. Rufo, por contra, tiene asimilada su derrota, tanto que levantarse de manera diaria se convierte en una triste monotonía pese a la alegría que desprende su figura. Ambos logran darse cierta estabilidad y sostenerse mientras duermen viendo las estrellas. 



Sin embargo, 15 días contigo no se detiene en la pesadumbre que castigue la moralina del espectador, ni abunda en la herida social para reivindicar nada, porque también es vitalista y es capaz de mostrar cierto humor a lo largo de diversos compases de la película. A pesar de las duras condiciones que proyecta, existe la noble necesidad de intentar ser feliz, porque esos agradables momentos van y vienen, como la vida y el relato avanza tranquilamente por situaciones tan reconocibles como puedan darse en la realidad. Y por ahí triunfa el director, al lograr conmovernos y engancharnos a la historia que cuenta con tramos tan simples como la continua búsqueda de escaparates que limpiar, el habitual encuentro con conocidos del pasado y los necesarios choques que toda pareja suele tener. Porque siempre hay lugar a la exigencia y a ceder cuando la ocasión lo requiera. Como cualquier historia de amor entre dos personas, sustentado por ambos pese a vivir en condiciones de exclusión. Jesús Ponce puso en pie una pequeña joya del cine patrio, incluido el guión. Sirva esta humilde entrada para reivindicar una película necesaria por su emotiva sencillez de ser un canto a la vida.

15 días contigo
Jesus Ponce 2005

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