7 de diciembre de 2017

Funny Girl

Suena a homenaje, casi póstumo al show televisivo. Al modelo de ver televisión fuera de las actuales plataformas digitales. O al simple pirateo del que se ha hecho gala en los últimos tiempos. Esa temática está relacionada con la novela, donde su argumento termina siendo un viaje en el tiempo para recordar viejos éxitos del pasado, dentro de la historia de la televisión británica y con la cadena pública BBC como referencia. Por supuesto sale a caballo ganador, porque el juego de la nostalgia siempre contribuye a la retroalimentación. Solo hay que ver la continua salida de programas televisivos hechos con retales del pasado. Seguramente no tenga nada que ver la enorme diferencia que existe, entre la facilona opción digital, respecto a la tensa espera semanal de poder ver un nuevo capitulo de cualquier serie de éxito. 


Un leve anuncio en Youtube de Funny Girl
En parte habría que ensalzar esa tonta espera frente a las prisas del presente y del tenerlo todo hecho. En esa demora crecían las expectativas del próximo visionado. Y algo de eso hay en la novela Funny Girl de Nick Hornby, cuya trama retrocede hasta la década de los 60 del siglo XX. Una entretenida época donde revolotean diversos movimientos sociales en el mundo occidental, mayos del 68, Vietnam y diversos booms económicos. Tiempos hippies y aperturas mentales, donde el autor intenta incidir algo de estos cambios en el libro de manera secundaria. 

El protagonismo recae en una joven llamada Barbara, quien sueña en convertirse en actriz, y curiosamente orientada hacia el ámbito humorístico. Para llevar a cabo sus planes, decide trasladarse a Londres a probar fortuna en el mundo del espectáculo. Tras unos primeros compases de presentación de personajes y ligeros vaivenes, Barbara tiene la suerte de acudir a una audición con sus guionistas favoritos de un programa radiofónico. Y de ese encuentro nace el germen central del libro, donde Barbara compartirá protagonismo con un reducido grupo de personajes ocupados en levantar una serie, desde sus cimientos hasta el triunfo que supone estrenarlo en televisión. Tal entretenimiento ofrece un amplio abanico de posibilidades gracias a los sutiles perfiles del resto de personajes. Un presumido actor que considera que su trabajo merece mayor reconocimiento, un paternal productor que se enamora de la protagonista y una dupla de guionistas tan maniáticos como interesantes.

Aparte del entretenimiento que ofrece Hornby con sus personajes, el lector acude gustoso a las diferentes tareas de levantar un proyecto audiovisual, además del atractivo gancho de participar en los puntos de inicio, las obligadas mejoras y la incidencia de terceras personas para poder llevar a cabo un simple comedia. Y ese mismo lector puede fantasear que la misma novela parece un boceto de serie de ficción. Con sus respectivos episodios.

La posterior lucha por mantener la creación de una serie televisiva expone unas características reales sobre el trabajo diario, los cambios que deben afrontarse y las lógicas negociaciones entre creadores, productores y otras cabezas pensantes. Es en esa parte donde la novela desarrolla una enorme atracción sobre todos los avatares que supone participar en un proyecto visto casi con perspectiva de making off, y como éste trabajo afecta a las vidas de sus protagonistas. Obviamente se hace hincapié en las relaciones que comparten los protagonistas, al mostrar el necesario reflejo de como el roce afecta a la vida diaria, y como la simple ficción llega a chocar con la realidad de sus vidas. Encima sobresale un notable humor que acompaña a la historia. Como si no bastara con crear una comedia de media hora de duración, el hábil Hornby nos regala diversos pasajes entrañables donde destaca cierta mala leche e ingenio que sonsacan más de una sonrisa. Memorable la parte donde el actor principal acepta el título de la citada serie. 

Otra parte a destacar son los ingeniosos diálogos de sus protagonistas. De hecho, hay tanta verborrea a lo largo del libro, que logra dotar una alegre agilidad a su lectura. Tan alegre, que puede decirse que gracias a este empuje, la novela disimula cierta caída pasado el núcleo del libro. El protagonismo de Barbara decae cuando el autor se ve obligado a desarrollar a sus secundarios, pero con tanta fuerza que éstos terminan por devorar la presencia de la protagonista. Situación que recupera en un excelente final, donde vuelve a tomar fuerza la nostalgia de los viejos éxitos del pasado. 



-Mi padre me mataría si fuera laborista -dijo Sophie-. 
Dice que ha trabajado demasiado duro para dárselo todo a los vagos y a los sindicatos.

Funny Girl
Nick Hornby
Ed Anagrama 2016

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