Y por supuesto 100 Pipers / Captura de pantalla |
Estrenada en 1980, la
película cosechó cierto éxito de taquilla e incluso algún que otro premio
internacional. Este hecho que me desconcierta lleva a replantearme mi criterio
y valoración sobre esta cinta. A pesar de las dudas, me reafirmo en que a fecha
de 2012, Ópera prima ha envejecido bastante mal y la supuesta frescura del
momento se ha diluido con el tránsito de los años. A grandes rasgos la trama
versa del enamoramiento de su protagonista hacia su prima a través de las
extrañas ocurrencias y pensamientos del personaje principal. Porque el resto de
actores que participan en el filme son meras comparsas del acaparador Matias
(Óscar Ladoire), prima incluida (Paula Molina) en un papel insustancial que no
pega para nada en una supuesta mujer/estudiante independiente, más bien
acompaña a la brisa que le sopla a Matias.
A Óscar Ladoire le
otorgaron la Copa Volpi por esta reinterpretación castiza de Woody Allen y como
el neurótico newyorkino, el personaje de Matias es un continuo charlatán,
dotado de una excelsa verborrea capaz de encadenar diferentes temas en un
acelerado discurso de incoherencias que contiene alguna que otra gracia. Del
resto de personajes apenas puede decirse nada porque no hay nada que decir, ni
siquiera la sosa prima Violeta tiene una evolución digna de mención, tal vez
citar el debut de Antonio Resines en el cine, porque Resines para bien y para
mal es un gran actor encasillado en si mismo. Básicamente Ópera prima se
desarrolla entre grandes secuencias teatralizadas y el continuo movimiento de
la lengua protagonista como mayor activo de acción.
No me gusta puntuar o
catalogar el cine con estrellitas, pero hoy no me puedo reprimir de valorar que
al estreno de Trueba no llega al aprobado. Su primera película puede
considerarse una cinta con cierto toque en la historia del cine español por su
éxito en los años 80. Pero el tiempo pasa y en el siglo XXI la candidez de
Ópera prima queda desfasada.
Ópera prima, de Fernando Trueba
1980
Ópera prima, de Fernando Trueba
1980
No hay comentarios:
Publicar un comentario