1 de abril de 2011

Un maestro en Guadarrama

En los estantes de una biblioteca de Madrid, un mar de hojas se acumulan en diferentes tipografías y caracteres. Portadas grandes y tapas pequeñas son colocadas sin orden en tamaño, peso o color en los fondos destinados a la capital y su comunidad. Entre tanta palabra olvidada, se encontraba una pequeña perla con un título simple y reconocible por mi parte. "Guadarrama", apelativo de una villa que antaño se apropió del nombre de un río y de una sierra. El reducido tamaño del manuscrito incluye una enorme labor pedagógica por parte de su autor, Luis de León, maestro superior de finales del siglo XIX.

La "obrita" como el mismo autor la denomina, es un retrato de la sociedad guadarrameña de la época, preocupado por aplicar la enseñanza a los niños y dejar por escrito las costumbres de una población enclavada en el corazón de una cadena montañosa. El ejemplar es en realidad un encargo de don Manuel de Ayala, con el fin de complementar la instrucción de la juventud y conocimiento de los diversos municipios de la comunidad de Madrid de finales del XIX.

Podría enmarcar esta entrada con detalles de este período, comparar el antiguo Guadarrama con el coetáneo y complementarlo con las similitudes que podrían haber sido heredadas en la actualidad. Sin embargo prefiero rendir un sincero homenaje al autor de la obra, Luis de León, maestro superior del municipio y que recibió con agrado la tarea "..de ser útil a los niños, a quienes amamos entrañablemente, para que conozcan la parte histórica al par que geográfica de su pueblo..." Con humildad y esmero, el profesor disecciona la villa de 1891 a través de diversos apartados donde queda retratada la sociedad del momento: la historia, los limites territoriales, la naturaleza, su entorno, población, economía, costumbres, tradiciones, etc.

A través del relato se intuyen las dificultades que encontraba Luis de León para ejercer su trabajo. El salón de clase destinado a los niños, en el mismo  ayuntamiento, no cumplía con los requisitos pedagógicos necesarios y mucho menos la casa habitación destinada al educador. Las dificultades de ese período no ayudaban tampoco, el profesor las entendía perfectamente pero carece de la ayuda de algunos padres, a los que ni siquiera conoce por no presentarse nunca en la escuela. El noble propósito del maestro lucha frente a la apatía general de los muchachos y la ayuda que estos prestaban a la economía de las familias. El educador se lamenta de este hecho pese a la subvención del Gobierno de intentar elevar la enseñanza en la población española de la época.

Luis de León fue maestro en el Guadarrama de finales del XIX, antes que la corona perdiera las ultimas posesiones del Imperio. Un profesor preocupado por la enseñanza y comprometido con el municipio al enunciar las mejoras que debieran realizarse para el progreso del pueblo o costear de su propio bolsillo un altar a Nuestra Señora del Carmen.

Luis de León realizó el encargo que iba destinado a sus propios alumnos, "los niños deben empezar el estudio de la Historia por la de su pueblo", sin saber que su trabajo seria perenne en la historia de un municipio serrano 120 años después.

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