3 de enero de 2011

Braveheart: La epopeya de Gibson

La película Braveheart supuso para Mel Gibson el culmen cinematográfico en su carrera gracias al reparto de los muñecos dorados. En 1996 la academia americana premió al director/actor australiano con cinco Oscars por la epopeya histórica del héroe escoces William Wallace, incluyendo la dupla película y dirección.

A lo largo de la historia del cine se ha recordado a muchos actores por alguna película en especial. Si Charlton Heston lo encontró en el personaje de Judah Ben-Hur, obligando a que el ego de Kirk Douglas buscase un proyecto que lo encumbrará del mismo modo en Espartaco, de este modo se creó una larga lista de películas ligadas obligatoriamente a un nombre, Marlon Brando en El Padrino, actores empeñados en interpretar una figura real, Will Smith con Alí y grandes películas unidas al actor de moda del momento, Kevin Costner en Bailando con lobos.

Mel Gibson tuvo la fortuna y la habilidad de dirigir Braveheart como la principal película que lo situase en los altares de Hollywood. Atrás quedaban sus interpretaciones en las sagas de Mad Max y Arma letal. Desde que Gibson obtuviese el beneplacito de la crítica con su debut en El hombre sin rostro y el éxito con Braveheart, la carrera del australiano ha sido más interesante cuando se situaba detrás de las cámaras.

Braveheart: Simple espectáculo. 

 20th Century Fox
La película de Gibson logra sustentarse en el tiempo gracias a la espectacularidad de las batallas, una sublime banda sonora y sobre todo al recuerdo que la cinta causó en su primer visionado. En absoluto es una película redonda, bien conocidos son los fallos de montaje, con una colección tan abultada que creo toda una legión de cazadores de errores.

La concordancia histórica fue otro punto en su contra, el principal fue el exilio omitido en la película que el Wallace historico realizó por las cortes europeas buscando apoyos para la rebelión escocesa o la batalla de Stirling Bridge que por motivos economicos y racionales fue modificada. En otras circunstancias las licencias que se toma el cine me suelen molestar más, pero en este
caso me dejé embaucar por la potencia visual antes que por la rigidez histórica.

Aunque lo peor fue la relación de Wallace con la futura reina de Inglaterra, un ejemplo en contraposición y buscando una historia similar se dió en Gladiator, interpretada por Rusell Crowe. En una entrevista personal, posterior al estreno, Crowe explicaba como se negó durante el rodaje a que su personaje tuviera una historia amorosa con Lucila (Connie Nielsen, hermana de Comodo) en la trama de la cinta, la búsqueda de venganza del gladiador Máximo por la muerte de su esposa e hijo perdería todo su sentido moral si se hubiera realizado. A Gibson /Wallace le pasa exactamente lo mismo, pero en este caso el autor permitió esa relación perdiendo en este caso la idealización del amor perdido.

De todos modos Braveheart sobrevive más que bien el paso de los años, Gibson colecciona numerosas escenas memorables, destacando especialmente las batallas, coreografiadas con fuerza, especialmente la primera por encima de todas, sangrientas y con detalles llenos de emoción. La carga de la caballería es uno de los mejores momentos al mezclar in crescendo el desarrollo del avance de las tropas inglesas frente a la linea escocesa. Sin olvidar por supuesto, la mejor arenga escuchada en una sala de cine.

La relación de amor secreto entre Wallace y Murron, tan simple como una mirada y un recuerdo del pasado, la posterior ejecución de Murron eleva la revuelta en un magnífico ejercicio de imágenes brutales a través de la sublevación espontanea de los escoceses. La épica necesita de los secundarios para acompañar al film, Braveheart cuenta con la cercanía y la lealtad de personajes unidos en la infancia del protagonista, magnífico como siempre Brendan Gleeson. El humor, inevitablemente necesario para desahogar de ferocidad a la cinta a través de un "loco irlandes" Junto a un final muy del gusto de Hollywood, el martirio final del protagonista en la onda del catolicismo extremo del autor elevan la propuesta de Wallace como víctima de la injusticia, sacrificado por un poder opresor que levantará y unirá al pueblo escoces en armas hacia su libertad.

1 comentario:

  1. Joer, que recuerdos... Braveheart. Recuerdo que en el cine hasta hacían una pausa para que fueras al baño... recuerdo perfectamente que la pausa era justo en una escena en la que una espada se clava en tierra.

    Es ya un clásico en toda regla... me entran ganas de verla otra vez.

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