3 de marzo de 2017

Kaputt

Kaputt (del hebreo Kopparoth, sacrificio; o bien del francés Capot, lucha, combate), hundido, deshecho, roto. Más o menos como quedó Europa tras la guerra.

Antes de abordar algo el contenido de esta obra, sería justo resaltar algo la figura de su autor. Kurt Erich Suckert, que así es como realmente se llamaba Curzio Malaparte. El escritor italiano fue un notable personaje de su época, donde abarcó una multitud de funciones a lo largo de su vida. Diplomático, ensayista, periodista, director de cine e incluso llegar a participar en la planificación de su propia vivienda en la isla de Capri, siendo hoy día un atractivo turístico más de la pequeña isla mediterránea. Aunque tal vez sea su ideario político lo que más pueda destacarse, sin querer entrar en mayores detalles, que para eso ya están otras lecturas y trabajos biográficos. De Malaparte suele resaltarse su afiliación al fascismo italiano en sus orígenes, después fue expulsado por criticar a Mussolini mientras entraba y salía de la cárcel en diferentes fases de su vida. Con todo, llegó a participar en la guerra como corresponsal, y en la etapa final de su vida vira hacia el comunismo, interesándose sobre todo por la irrupción de la república popular China.  

La historia de Kaputt versa sobre la II guerra mundial, de una manera personal a través de la participación del propio Malaparte como corresponsal de guerra . El libro, en lugar de ser una novela de ficción, podría decirse que es una crónica novelada. Malaparte nos relata sus vivencias, anécdotas y encuentros a lo largo de diversos frentes y lugares de Europa. Y gracias a su condición de periodista y a su antiguo ejercicio en la diplomacia, el autor tiene el privilegio de asistir a diversos encuentros con las altas autoridades del momento, ya sean estos diplomáticos extranjeros o ser agasajado por los gobernantes nazis de la Polonia ocupada en fiestas, cenas y otros eventos turísticos. Como una simple visita al famoso gueto de Varsovia. Son en estos encuentros sociales donde surgen una buena cantidad de nombres, en su mayoría políticos de la época que ponen ese grado de verosimilitud a lo que se está contando. Las altas esferas suelen estar acompañadas por personajes de la alta sociedad y en estos eventos se expone el brutal contraste que supone una guerra entre las diferentes clases sociales. Ya puede la fría nieve golpear los enormes ventanales de cualquier palacio, que después de un buen convite siempre hay un momento para que las élites puedan extender la fiesta caldeada por una buena chimenea y amenizada por los licores de turno.

En el barrio de enfrente se encuentran los estragos de la guerra, la devastación y la ruina. Lugares por donde Malaparte deambula y se explaya en un modelo más poético. En cierto modo, tiene ese extraño privilegio de enfangarse de barro desde la retaguardia; para poder lavarse las manos posteriormente en cuanto haya acabado su trabajo. En todo ese tránsito, se adivina una condición cínica y penosa del propio autor. Observa tanta calamidad, tanta desgracia y tantas injusticias a su alrededor, que parece haberse rendido ante el salvajismo instalado en el ser humano. En las penurias que arrastra la desgraciada Europa, apenas puede siquiera alzar la voz a un grupo de soldados rumanos ultrajando los cuerpos sin vida de los enemigos. 


La estructura de Kaputt se divide en bloques, cuyos episodios no siguen una linealidad narrativa. Más bien son capítulos sueltos donde se desarrolla la fatalidad de la guerra desde una óptica fascinante, más cercana al ámbito diario que a cualquier ejercicio bélico. El autor expone las brutalidades de la guerra, incluso cuando se encuentra en algún evento de la alta sociedad europea. Es un lujo que puede permitirse, abrir una ventana que hace chocar las diferentes realidades que estaban sucediendo en aquella época. Algo así como amenizar el almuerzo con alguna recolecta siniestra. Los relatos que expone suelen acercarse a la trastienda y las miserias de los oprimidos antes que centrarse en cualquier batalla o hazaña de guerra destacable. No faltan en este caso las tragedias, ni mucho menos las persecuciones y asesinatos del pueblo judío. Expuestas con la brutalidad conocida por esos tiempos, donde la persecución de esas gentes han sido expuestas en diversos formatos. 
Malaparte en 1954
/conversazioniparallele.blogspot.com
A falta de grandes operaciones militares, Malaparte se dedica a dibujar el entorno que le rodea. En ocasiones parece querer sustituir la pluma por el pincel, en su afán de describir paisajes, contornos, pueblos y a sus gentes. Tanta lírica y tanta literatura entraña diversos momentos memorables, tantos como cierta caída en la redundancia, ese extraño afán de regodeo que suele darse en aquellos que pueden permitirse ese exceso en la escritura. A fin de cuentas, esta novela contiene tantos puntos de vista que bien merece su lectura. 


... - saludó levantando el brazo según el saludo hitleriano.
¡Como...! ¿También usted levanta la pata? - le preguntó en voz baja el secretario de la Legación de la Francia de Vichy, Pierre d´Huart.
¿No cree usted que es preferible levantar una pata a levantar las dos? - le contestó sonriendo Agustín de Foxá

Kaputt
Curzio Malaparte
Ediciones G.P 1969
Colección Reno

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