17 de enero de 2018

El señor de los anillos. La comunidad del anillo

Se dice pronto, pero han pasado casi 20 años de la lectura de El señor de los anillos, de JRR Tolkien. Para entonces es fácil recordar el respeto que me daba abordar la obra, y bastante más, el voluminoso tamaño del libro. Cientos de páginas acumuladas que de primeras, suelen echar para atrás la simple idea de abrir sus tapas. Pero la pereza dio paso a las prisas, pues se anunció la adaptación cinematográfica con fecha de estreno para el 2001. Ya había excusa para espantar la vaguería acumulada y hacer el esfuerzo de acceder al libro de una vez. Y menuda tarea me había estado perdiendo, porque el libro fue literalmente devorado en un breve espacio de tiempo. Otras obras, bastante más cortas, tardaba mucho más tiempo en completar su lectura, pequeño matiz sobre el enganche que proporciona la épica aventura ideada por Tolkien. Una historia que sentó cátedra en el mundo de la fantasía, al tomar prestado el atractivo de las épocas medievales y complementarlo con la imaginación del autor, donde se albergan las necesarias modificaciones que elevan un mundo repleto de seres fantásticos hasta convertirlos en leyenda.  
Un anillo para gobernarlos a todos
A estas alturas y después de las múltiples exhibiciones de las películas, queda poca capacidad para la sorpresa. Salvo la de retornar al texto original y dejarse llevar por los pequeños detalles que se salvaron de la reproducción audiovisual. No obstante, se agradece y mucho, la adaptación realizada por Peter Jackson y todo su equipo. De hecho, es casi imposible imaginar una representación de Gandalf que no sea la figura encarnada por la del actor Ian McKellen. Y así con el resto de personajes protagonistas. 

El señor de los anillos es una única obra que puede verse separada por la cómoda distinción de la trilogía. Una abreviatura que sirve para ir por cachos y aligerar el peso del ejemplar. La comunidad del anillo es el título de la primera parte de la aventura. En principio un buen número de personas debería saber de que va la historia. Frodo Bolson hereda de su tío Bilbo, la mayoría de sus terrenos y posesiones, incluido un anillo mágico que termina siendo el Anillo Único del Señor Oscuro, Sauron, quien desea volver a recuperarlo para aumentar su poder. Tolkien ubica al protagonista principal, en una pequeña raza fantástica que responde al nombre de hobbits. Un simple pueblo sin mayores galones que los que proporciona una buena conversación alrededor de una buena mesa. 

En realidad es un buen recurso y habitual del genero, al colocar a ciertos protagonistas fuera de los cánones de los héroes clásicos. Ejemplo de que cualquiera puede capitalizar tan importante figura en tiempos de necesidad. Como las que describe el autor dentro de las maniobras políticas y guerreras de la denominada Tierra Media. El espacio físico donde se desarrolla la acción del relato, y éstas suelen ser comandadas por Hombres, Elfos y Enanos. Razas más poderosas militarmente frente al alegre discurrir de la que hacen gala los hobbits. Normalmente desocupados de los asuntos externos a sus fronteras.

La comunidad del anillo puede dividirse a su vez en dos partes, una primera con estructura de presentación que da paso al descubrimiento de la autenticidad del Anillo. Frodo se ve empujado a huir de su país, junto a sus fieles amigos, mientras que son perseguidos por unos misteriosos jinetes negros. La segunda parte desde el importante Concilio celebrado en Rivendel. En esa ciudad elfica, se celebra una reunión para discernir el destino del tesoro redondeado. Del citado congreso nace la llamada compañía del anillo, que parte hacia el sur para culminar la misión que libere a la Tierra Media de la sombra y el temor que inspira Sauron. 

Volver al texto tras varios años y con las películas en la memoria, sirve para entender mejor el grandioso trabajo que hizo Tolkien en su momento. La enorme cantidad de datos se digiere en mayor medida gracias a la recepción de los filmes. Está segunda lectura permite descubrir ciertas referencias que seguramente cayeron al olvido en la primera ocasión. Aunque por supuesto hay cosas que no cambian del recuerdo de la primera lectura. Como el excesivo gusto del autor por las descripciones de los parajes, o la inclusión de las canciones para acompañar algunos textos y leyendas. Todavía recuerdo como me saltaba las susodichas canciones cada vez que aparecían en el texto. Ahora se valora más esa notable tradición y afición al canto de los británicos. Tanto las extensas descripciones, como el uso de las canciones, enriquecen un mundo gigantesco y peligroso. La geografía ayuda a entender la dificultad del viaje, porque los protagonistas deben hacer frente a las condiciones de avanzar por muchos lugares y bajo las inclemencias del clima. Los poemarios otorgan valor a las leyendas o historias que citan, al ser un aporte interesante hacia tiempos pasados de la Tierra Media, aspecto que no hace otra cosa que engrandecer el universo que Tolkien proporcionó a su obra.

A pesar del supuesto lunar que supone el continuo inventario de lugares, la historia crece según vamos acompañando a Frodo y a sus amigos. Da igual que los peligros se centren en unos simples túmulos de magias extrañas, o que partan de personajes singulares como Tom Bombadil. Todo suma en la amplia diversidad de los capítulos que forman el libreto. Episodios que van aumentando el interés de la aventura y los problemas del viaje de la panda de hobbits. En un momento dado, el texto logra atrapar al lector por las divagaciones de sus protagonistas y la riqueza de sus diálogos. La única solución es continuar el paso de las aventuras de sus protagonistas y dejarse sorprender por giros, misterios y épicas que Tolkien propone. 

- De todos los fastidios del mundo tú eres el peor, Sam.
- Oh, señor Frodo, !es usted duro conmigo!


El señor de los anillos. La comunidad del anillo
JRR Tolkien
Ed Minotauro, 2002

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