10 de marzo de 2016

X La tragamillas - 2016

Resulta curioso correr por las calles de Collado Villalba llevando un dorsal, municipales deteniendo el tráfico y voluntarios con chalecos reflectantes sin que haya nadie por delante. Y no es porque fuera liderando la carrera, más bien todo lo contrario, porque junto a Carlos y a Joseph, íbamos vagueando las zancadas de esta media maratón donde la numerosa masa de corredores ya había desaparecido de nuestro horizonte desde la dehesa que recorre los tres primeros kms. No estaba el horno para mayores exhibiciones que la de tomarse la prueba como una tirada extraordinariamente larga, a causa de los pocos entrenos que habíamos podido acumular. Al trío calavera solo faltaba mi primo Alex, quien tampoco andaba con mayores sobradas, salvo que su joven espíritu competitivo le pedía una mayor aventura ligada al termino runner de la competición, mientras que el resto de la chupipandi optamos por recuperar el olvidado término del footing dominguero. 
Trío calavera/Asoc. Fotográfica sierra de Madrid
Que conste que tenía ganas, y más de repetir en La tragamillas, justo cuando cumple una década en el historial de las carreras populares. Pero la realidad cotidiana impera su orden de preferencias frente a los deseos. Las obligaciones laborales se han multiplicado de tal modo, que apenas he podido preparar la carrera, y el loco deseo de correr se impuso a la lógica de dejarlo para otra ocasión. Incluso con un gripazo a mitad de semana para dotarle de mayor gracia. Al menos tuve la prudencia de acompañar a las dos escobas hasta el km7, puesto que mis piernas y cabeza no estaban para otros logros. 
Feliz / Fotos de carreras
La soledad de esos primeros kms se me hizo extraña, rara; desubicado en realidad por acaparar toda una vía pública para que unos perezosos trotasen alegremente bajo las chanzas que siempre suele acarrear Carlos. Como si fuéramos ajenos a una competición deportiva y tuviéramos el privilegio de transitar en medio de la calzada. Pasado el km 6 se llega a un tramo de tierra de ida y vuelta, donde al menos podemos divisar la cola de la carrera y al globo bandera de la hora cincuenta con una ventaja de dos kms. Ahora si que me largo y me despido de ambos para adentrarme en la solitaria caza de algún corredor desahuciado. Lo cierto es que es una pequeña lección de humildad trotar desde los fondos de una carrera con 21ks por delante y poder observar el amplio espectro de personas que colman estas posiciones tan retrasadas. Destacar en este aspecto a los numerosos voluntarios diseminados por el recorrido que aun tenían tiempo de animar a los que llevábamos tanto retraso acumulado.


La Tragamillas reúne un completo vaivén en su recorrido, mezclando asfalto y tierra, con la añadidura de algunos recovecos para enlazar calles principales con atajos más bien feuchos. El paso por Villalba Estación y su Coto, marcan la parte central del kilometraje para enfilar, por la calle Honorio Lozano, la parte más tendida hacia arriba. Antes de llegar al bonito casco viejo del municipio, el vendaval que nos ha acompañado desde el inicio de la carrera, se le ocurre incorporar pequeños copos de nieve congelados que más bien parecen picotazos del enjambre invernal que se ha instalado en las cumbres del Guadarrama. La parte positiva es volver a correr por la dehesa del principio que marca la parte final de la prueba al llegar al tartán de la pista de atletismo. Mejor todavía con la agradable sorpresa de compartir los últimos metros con mi pequeña agarrados de la mano. El bruto de Alex llevaba ya un buen rato esperando mi llegada, donde solo ha sumado 7 minutos más que su anterior participación. Un buen contraste frente a los 26 minutos que un humilde servidor ha acumulado respecto a 2014. 
Carlos, Joseph y el hombre del saco / quienesquienenvillalba.es
Pero lo mejor estaba por llegar, casi con el limite de tiempo establecido para completar la prueba, Carlos y Joseph aparecen juntos en la recta de meta mientras un tipo, cargado con un saco de patatas, les persigue para honrarles con tal digno regalo la proeza de llegar a meta en última posición. La adaptación de un guiri de Swindon a la cocina hispana quedó patente con el menú propuesto para esa noche. Tortilla de patatas.

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VIII La tragamillas 2014