Puesto de observación |
Tal cantidad de roca fue aprovechada como parapetos naturales en lugar de las trincheras. Poco a poco voy encontrando pequeños muretes y dispersos pozos de tirador que cumplen a la perfección la faceta de camuflaje con el entorno, encuentro varias posiciones que aprovechan el cobijo o la altura que proporciona la naturaleza. En la retaguardia de una imaginaria línea de frente, ubico algunos restos que podrían tratarse de pequeñas viviendas que marcan una estructura similar a lo largo de la cima. Sin la ayuda de mis queridas trincheras, las guías en estos ámbitos, camino un poco a ciegas, más bien en zigzagueo para tratar no dejar atrás alguna construcción. Nuevamente vuelvo a encontrarme con un par de montículos de piedra en forma de hitos. Como los que encontré en la anterior entrada de Álamos Blancos, mi imaginación se dispara para intentar adivinar su significado, si tuviese alguno. Pero como lo desconozco prefiero dejarlo a la libre interpretación de cada uno.
Tras un enorme roquedal, adornado con sus respectivos puestos de tirador, llego hasta un fortín similar al del inicio aunque en peor estado de conservación. El techo de hormigón esta completamente derruido aunque conserva el muro principal. Enclavado en un pequeño claro, domina esta cornisa sobre el embalse y los montes nacionales de Cabeza Líjar y Cerro Piñonero, el más cercano Cerro de La Viña justo enfrente. En los años de la guerra no había embalse, solo los restos de un antiguo poblado llamado Herrería del Berrueco, también conocido como San Macario, hoy en día sepultado bajo las aguas. Esta posición es un buen referente estratégico y el nacimiento de una línea del frente hasta el municipio de Guadarrama. Un muro de piedras desciende desde el fortín hasta otro roquedal y desde aquí surge una esplendida trinchera coronada por más piedras apiladas. Algún puesto avanzado desciende todavía más por la ladera.
La trinchera me lleva hasta un conjunto de formaciones rocosas rematadas por los consabidos muretes que plagan este roquedal algo aislado del frente. Tal cantidad de muros y su situación me recuerda a un pequeño castro, tal vez fuese un puesto de mando o seguramente un conjunto de viviendas que cobijase a los soldados. De regreso hacia el punto de partida, merodeo un poco más, por si encontrase alguna nueva construcción, pero el resultado es baldío. Plácidamente recorro la planicie de este cerro cruzándome con los restos anteriores, llegando finalmente al fortín observatorio en este pequeño trazado circular de la historia.
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