31 de julio de 2012

Gomorra

Corrupción, violencia y dinero, mucho dinero. Todo conjugado conforma la cultura de poder económico del denominado Sistema, la manera simple y amable de denominar a la mafia o camorra napolitana. La organización criminal que se ampara en la violencia y en el temor para construir una inmensa telaraña empresarial con el único fin de amasar dinero. Gomorra es la obra cumbre de Roberto Saviano, aventurado, valiente y loco personaje que se ha atrevido a señalar la fuerte influencia que el Sistema tiene en la economía italiana y global. La obra no es una novela, en realidad es una inmensa colecta de datos y experiencias del propio autor acerca del entorno en el que le ha tocado vivir. La ciudad de Napoles y su periferia. La forma de vida y el aspecto casi irreal de una sociedad acostumbrada a convivir con una serie de clanes que controlan buena parte de la economía, del trabajo y de hasta la vida misma de las personas.


La obra destaca por la inmensa información que contiene, así mismo, esta excelsa aportación informativa abruma a cualquiera, y más aun si no somos capaces de discernir ni de separar tanta información y tanto trajin. Un punto en contra de Gomorra que sin embargo es un título indispensable en cualquier biblioteca.  Saviano opta por separar los diferentes mecanismos de negocio, cemento, falsificación, terrenos... del mismo modo que intenta introducir al lector en explicar el funcionamiento del Sistema. Ovbiamente es muy fácil liarse con tanto nombre, tanto clan y tanto asesinato. Es aterrador leer ciertos crímenes, tan metódicos y crueles que los guionistas de Hollywood aun pueden aprender algo.

Lo mejor de Gomorra es el lado personal que Saviano le aporta, la veracidad que adquiere cuando es el propio autor el que se inmiscuye en los vericuetos empresariales de la camorra, sobre todo cuando pone voz a personajes anónimos o príncipales, reclutando anécdotas de la gente que participa en el interior de estos clanes, el modisto Pasquale, el amigo que fue a conocer en persona a Mijail Kalashnikov, la profesora que se atrevió a denunciar a un asesino, Don Peppino... y un largo etcetera que condensa de veracidad un retrato social, o un problema enorme de forma de vida que lleva fraguándose tanto tiempo que incluso lo anormal debe ser la decencia.

Gomorra
Roberto Saviano

Ed. DeBols!llo  

22 de julio de 2012

Fortines, parapetos y trincheras: Alto de El León

El puerto de Guadarrama es un paso histórico y un punto caliente durante la guerra civil por su condición estratégica. Es sin duda también, el frente de mayor importancia de la sierra de Guadarrama durante el transcurso de la guerra civil junto a la batalla de la Granja en mayo de 1937, donde la ofensiva republicana intentó recuperar el control del puerto. A pesar del alzamiento nacional del 18 de julio, no fue hasta el 22 del mismo mes cuando se produjeron los primeros combates para controlar su cima. El bando nacional se hizo con el control del puerto a pesar de los numerosos intentos republicanos por recuperar la cumbre. Los siguientes días hubo combates muy duros por parte de los dos ejércitos que fueron estabilizando el frente durante el resto del verano.

Fortín adherido a la roca
El bando nacional logró finalmente retener el control del puerto, incluso avanzar en cuña hasta la entrada del municipio de Guadarrama en el km 51 de la carretera de La Coruña, extendiendo la línea del frente a través del arroyo de La Jarosa. Los nacionales también dominaron las cercanas cimas de Cueva Valiente, Cabeza Líjar y el cerro Piñonero en la parte occidental del puerto, mientras que los republicanos controlaban el cerro de La Salamanca y todo su cordal hasta la Portilla del Cura. En la parte oriental de El Alto de El León, el bando nacional establecieron el frente en los alrededores del cerro de la Sevillana. El bando republicano, por su parte, controlaron el cerro de Matalafuente y su cordal hasta La Peñota. En la ladera de la montaña, el frente se estableció alrededor del limite municipal entre Los Molinos y Guadarrama.

Gracias a su condición de unión entre las dos Castillas y su importancia, hoy día se puede recorrer los alrededores de este puerto para contemplar los numerosos restos de la guerra que aun perduran. Sin duda, la cima de este Alto de El León es el lugar al que mayor tiempo habré dedicado, bicicleta incluida, a la búsqueda de restos de la guerra civil. Nuevamente me embarco camino de la cumbre de este transitado puerto con la firme intención de aglutinar un buen archivo fotográfico. El aparcamiento del restaurante de la cima es ideal para estacionar el coche, después hay que cruzar la carretera con cierta precaución en una mañana nublada y fresca para ser pleno mes de julio.

Fortín observatorio
El recorrido hay que iniciarlo por la ladera del cerro de La Sevillana. Justo enfrente del monumento de El León surge una camino de tierra y una cancela nos permite acceder fácilmente al cerro por su vertiente madrileña. Desde este punto hay que ir hasta una torre de alta tensión hacia el este, donde muy cerca se encuentra el primer conjunto militar, un fortín precedido por un refugio en bóveda. La tronera controla directamente la carretera del puerto. En los alrededores de esta posición se adivinan algunos restos como un pozo de tirador y otras edificaciones bastante derruidas. Después ascendemos levemente hacia lo alto para cruzarnos con numerosas oquedades en el suelo, se aprecia fácilmente dos canteras que serian explotadas para la construcciones militares que atestan este estratégico paso. Hacia el norte se vislumbra un magnífico fortín observatorio que veremos más adelante.

Desde estas canteras hay que seguir el tendido eléctrico hasta la siguiente torre donde aparecen varias viviendas derruidas y una trinchera que empieza a marcar la línea del frente. Seguimos la trinchera hasta la aparición de un largo muro que nos lleva hasta más viviendas. La entrada de las viviendas forman un clásico doble ángulo para mitigar algo las condiciones meteorológicas. En este punto se encuentra un espectacular fortín, enmascarado y que incluye vaciado de agua en su parte superior. El acceso nos introduce en un pequeño reducto muy bien conservado. El fortín observatorio anterior se encuentra justo enfrente, ascendiendo levemente la ladera y con un murete de piedra como guía. El fortín esta orientado hacia las posiciones republicanas de Matalafuente y la ladera que desciende hacia el pueblo de Guadarrama. Volvemos a bajar hasta la trinchera anterior y la recorremos mientras van surgiendo parapetos, pozos de tirador, más refugios en bóveda enclavados en la roca... Es interesante apreciar como en algunos tramos surgen trincheras que descienden aun más para culminar en parapetos o pozos de tirador.

Mientras avanzo por el frente se observa aun más la labor de excavación en la roca, parapetos hormigonados y el aumento de la fortificación cuando me acerco al collado de La Sevillana, el limite nacional frente a las posiciones republicanas del altivo cerro de Matalafuente. La trinchera se curvea en este punto, continua recubierta por el granito y un pequeño observatorio abovedado precede a la valla que delimita la vertiente segoviana. La valla se cruza fácilmente por un roquedal marcado con un vértice y que esconde otro refugio en bóveda junto al sendero GR10. La línea nacional continua por este punto con más parapetos y la siempre fiel trinchera como guía. Sin embargo la batería de la cámara me dejó tirado en ese momento, cubriendo solo la mitad del recorrido de mi idea inicial, se ve que el paso a la vertiente segoviana conlleva peaje. Abandonado por la tecnología, pospongo completar el recorrido para otra ocasión mientras llevo mis pasos hasta la posición de La Sevillanita y disfrutar de la panorámica, que este alzamiento rocoso, propone de la Garganta del río Moros...Sigue


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12 de julio de 2012

Óperas primas

El blog necesita un reseteo, o más bien mejorar ciertas entradas que parece que las he colocado sin ton ni son. Como los apartados dedicados al cine, soltadas en este pequeño espacio de forma arbitraria, sin orden ni criterio. Así que voy a optar por darle un toque que me sirva para diferenciarme de otras webs o blogs, centrándome en las óperas primas. Algo premeditado y que me viene perfecto para echar un poco la vista atrás y rememorar que hace 10 años se celebró en Guadarrama el 1º festival internacional de cine de óperas primas. El festival creo que apenas duró cuatro ediciones, parece ser que por la marcha de su responsable, aunque vete tú a saber los motivos. Recuerdo que me sorprendió el hecho de celebrarse un festival de cine en mi pueblo y centrado en exclusiva en directores noveles de carácter internacional. En Tudela, por ejemplo, se celebra un festival similar pero dedicado únicamente a cintas españolas.
El cartel del festival de cine de 2002
En el verano de 2002, Cristina y yo nos hicimos con el abono completo con la firme intención de disfrutar del cine y de ser selectivos con el premio del público. Curiosamente la primera película que vimos fue a la postre la triunfadora del certamen. The Bank, de Robert Connolly. Mira tú por donde que mi criterio queda desvirtuado para este propósito bloguero, ya que recuerdo perfectamente que catalogué a esta cinta como cine de sobremesa, demostrándome Cristina mejor ojo al describirla como una gran película. El premio del público fue para La isla del Holandés, de Sigfrid Monleón. Mientras que mi favorita, la venezolana Caracas, amor a muerte se fue de vació, salvo en mi mente y en un pedacito de mi corazón.

Las óperas primas no son solo el debut de unos principiantes, son la demostración real de lograr culminar un objetivo tan complejo como el de terminar una película. Y en muchos de estos casos, los directores noveles firman verdaderas obras maestras, o por el contrario dejan una marca arriesgada del cine que les gustaría ver. Se aprovechan de esta oportunidad de rodar este primer filme como si realmente fuese el último proyecto y ahí esta la historia para recordar ciertos nombres que ya dieron un buen golpe en su primer trabajo, como un tal Orson Welles en Ciudadano Kane. 

Tengo una agradable tarea por delante.

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Ópera prima de Fernando Trueba

Amores perros de Alejandro González Iñarritu

El halcón maltés de John Huston

Reservoir Dogs de Quentin Tarantino

Chronicle de Josh Trank

El diablo sobre ruedas de Steven Spielberg

Sin nombre de Cary Joji Fukunaga

Los 400 golpes de François Truffaut

La noche del cazador de Charles Laughton

10 - Ciudadano Kane de Orson Welles


Los cronocrímenes de Nacho Vigalondo

Los duelistas de Ridley Scott

Sorgo Rojo de Zhang Yimou

El Álamo de John Wayne

La tía Tula de Miguel Picazo

Posesión infernal de Sam Raimi


La noche de los muertos vivientes de George A. Romero

El guerrero de Asif Kapadia

Adiós pequeña, adiós de Ben Affleck

20 - Fear and Desire de Stanley Kubrick

The bank de Robert Connolly

Nueve reinas de Fabián Bielinsky

Hola, estás sola? de Icíar Bollaín

María llena eres de gracia de Joshua Martson

En tierra de nadie de Danis Tanovic

El cosmonauta de Nicolás Álcala

Serenity de Joss Whedon

Quiéreme, si te atreves de Yann Samuell

El gigante de hierro de Brad Bird

30 - Toy Story de John Lasseter

El castillo de Cagliostro de Hayao Miyazaki

Acción mutante de Alex de la Iglesia

15 días contigo de Jesús Ponce

El milagro de P.Tinto de Javier Fesser

La huelga de Serguéi M. Eisenstein

Buffalo´66 de Vincent Gallo

Primer de Shane Carruth 

Moon de Duncan Jones

Cube de Vincenzo Natali 

40 - Following de Christopher Nolan

Sangre fácil de Joel Coen

Mustang de Deniz Gamze Ergüven