20 de mayo de 2012

La Cruz de los Sanatorios


Una cruz granítica contempla el paso del tiempo en su particular azotea desde 1953, vigilante al paso de la Nacional VI y sobre el Sanatorio del Generalísimo hacia la izquierda y el antiguo Sanatorio Hispanoamericano hacia la derecha. Este último con alguna que otra tontería siniestra en su pasado. Ambas construcciones forman parte de los múltiples sanatorios, centros hospitalarios o residencias de enfermos, que jalonaron esta parte de la sierra, formando parte de la historia del municipio de Guadarrama durante el pasado siglo XX. Esta cruz no es que sea un monumento apreciado ni tampoco un majestuoso ejemplo de las múltiples cruces que contiene esta parte serrana. Culminada con la enorme cruz en Cuelgamuros o las derribadas cruces falangistas del antiguo camino del Vía Crucis en la pista forestal que nace en el Alto de El León. Un antiguo camino que procuraba llegar hasta el mismo Valle de Los Caídos realizado en los años 40.
Bosco posa para la foto.

La gracia de esta, Cruz de los Sanatorios, es que está enclavada en un saliente de la montaña, en un roquedal que lo convierte en un fantástico mirador natural sobre el valle del Guadarrama. Este privilegiado lugar nos permite obtener una preciosa vista panorámica sin la necesidad de alcanzar ninguna cumbre. Tan jaleado esta el tema de conquistar las cimas montañeras que en ocasiones nos olvidamos del hermoso trayecto y los recovecos que nos ofrecen las laderas.

Tristemente una torreta de electricidad suple en parte la romántica visión de faro que la cruz podría contener para guiar al senderista entre el intenso mar de jaras que lo rodea. Aparte de su antiestética vecina, la cruz debe soportar los vulgares burrajatos realizados por algunos descerebrados visitantes. Alcanzar este altozano es bastante sencillo si seguimos la pista forestal que nace en el km 51 de la Nacional VI, aunque Bosco y yo mismo solemos internarnos por donde no debemos, rebuscando vías estériles o en medio mismo de los matorrales. De este modo más engorroso comprobamos como en otros roquedales cercanos alguien ha dejado sus "marcas" de escalada o como en un sitio tan estrategico se adivinan algunas trincheras de la guerra civil que ascienden hasta la misma base de la cruz.



Para acabar esta entrada un pequeño aporte que tal vez deba borrar en el futuro. Si se sube por la pista forestal que nace al lado del Sanatorio Hispanoamericano, llegamos más adelante al embalse de la finca de Las Encinillas, donde se ha instalado un pequeño parque multiaventura. Si se sigue por la pista, al lado del murete de piedra, nos encontraremos que hasta justo unos metros antes de llegar a la bifurcación que da acceso a un túnel por debajo de la autopista AP6, el murete de piedra se encuentra en parte derruido, por este "acceso" podría internarse dentro de la finca para llegar hasta un curioso roquedal que nos recibe con unas escaleras talladas en la roca, en su cima se encuentra una coqueta mesa y bancos de piedra esperándonos para un supuesto almuerzo. Otro rincón menos conocido y más escondido. 


Per crucem ad lucem.
                               De la cruz a la luz.

13 de mayo de 2012

Moby Dick

El cuerpo me pedía sumergirme en una lectura más profunda y densa después de haber acumulado una buena colecta de novelas cortas. El clásico Moby Dick cumplía con creces este requisito, valga como ejemplo tener que leer más de cien páginas para citar por primera vez el nombre del protagonista, el capitán Ahab. Además es una obra que llevaba mucho tiempo demorando su lectura, incluso mi interés se acrecentó por una noticia macabra, la de un turista alemán devorado por caníbales en una isla perdida del Pacífico y que al parecer recorría estas idílicas islas tras leer 'Taipi, un edén caníbal' de Herman Melville.
Los buenos libros son a mi entender atemporales, remarco esto porque se tiende en exceso a catalogar cierta literatura con el apelativo de juvenil, incluyendo a Moby Dick, casi como un menosprecio si se leen estas obras pasada la adolescencia. Creo que nunca es tarde de leer o releer cualquier libro que realmente lo merezca.

El resumen es bastante sencillo y conocido, básicamente trata de la locura de la venganza llevada a su más radical expresión. El capitán Ahab tiene la firme intención de acabar con la ballena blanca que le segó una pierna y no duda para ello arrastrar a su tripulación y al buque que dirige en su rencoroso propósito de matar a Moby Dick. Para ello contamos con Ismael, un marino mercante que decide enrolarse en un ballenero para ver mundo y conocer la caza de la ballena. Ismael se convierte en nuestro guía, narrador e instructor. Y todo por este orden a lo largo de un completo libro que contiene dos partes bien diferenciadas, la propia novela en sí y el extenso tratado ballenero con el que el autor nos sitúa en la dubitativa idea de saltar capítulos enteros.

Si dejamos a un lado el estudio, tesis doctoral, tratado o ensayo ballenero, Moby Dick se quedaría en una sobresaliente aventura marinera, una fantástica muestra de la lucha del hombre frente a la naturaleza y las consecuencias de llevar al extremo las ideas más resentidas. De esta manera el libro puede separarse fácilmente en la parte didáctica y la narrativa, esta claro donde reside la gracia de la novela al ser tan excesivo el complemento ilustrativo. Si nos centramos únicamente en la narración, en la historia, si que podríamos disfrutar de la novela, porque contiene momentos bastante sugerentes. La personalidad del capitán Ahab eclipsa por completo a nuestro narrador que pasa de hacernos vivir su propia experiencia a contarnos una batalla grandiosa entre hombre y animal. Elevando la figura de Ahab al olimpo de los grandes personajes literarios.


Herman Melville

 - Aquel de entre vosotros que me descubra una ballena blanca, de frente arrugada y mandíbula torcida; aquel de vosotros, repito, que me descubra esa ballena, que tiene tres agujeros en la aleta de estribor de la cola... ¡Atención! Aquel que me descubra esa ballena, se lleva esta onza de oro, hijos míos.
 - ¡Hurra! ¡Hurra! -gritaron los marineros....

6 de mayo de 2012

La foto más bonita del mundo.



Tenía la intención de preparar esta entrada para el pasado 19 de marzo, fecha inamovible para celebrar el día del padre. Sin embargo apenas pude siquiera escribir unas lineas, así que la mejor opción fue posponerlo para el primer domingo de mayo, fecha movible para celebrar el día de la madre. La mujer y madre es la verdadera protagonista de este día y además este año coincide con mi trigesimo tercer cumpleaños.

Curiosamente el 6 de mayo de 1979, fecha de mi alumbramiento, fue el primer domingo de aquel lejano mes del pasado milenio. Dejando a un lado la rebuscada coincidencia, lo importante es la fotografía y lo que conlleva para el resto de nuestras vidas. Como me dirian en clase de guión, esto si que es un autentico plot point, un cambio que repercutirá más allá de mi existencia cuando el bebé se decida a conocer este mundo, tan asombroso como temible. Hasta entonces solo me queda felicitar a Cristina, amiga, compañera y futura madre de nuestra pequeña niña, Aldara.