30 de diciembre de 2011

San Silvestre Vallecana. Test previo.

Y para terminar 2011 nada mejor que unas carreritas por Madrid en la populosa San Silvestre Vallecana. Y mira que llevaba tiempo con la idea de realizar esta carrera pero siempre me quedaba con las ganas. Y ahora, en este final de 2011 voy a terminar el año corriendo por las calles de la capital rodeado de 38 mil participantes. Y después tocará seguir corriendo para evitar que se nos pasen las uvas, hablo en plural porque somos varios los que acudiremos a esta cita ineludible del ultimo día del año; y nos toca regresar a casa para poder despedir el año con normalidad en familia.

El entreno ha sido un poco discontinuo pero lo suficiente como para realizar el pasado martes 27 de diciembre mi ultima prueba antes de la San Silvestre por las calles de Guadarrama. A ojo más o menos han sido unos 10,4 Kms en casí una hora y con buenas sensaciones, solo una leve molestia en el pie izquierdo en forma de cosquilleo en el tramo final que apenas molestaba para correr. Para este jueves pensaba realizar una salida más corta, pero he preferido evitar un esfuerzo que me sobrecargue y dejar reposar los musculos para el sábado. De todos modos me dejo guiar un poco por la altimetría donde compruebo que el itinerario de la San Silvestre tiende bastante hacia abajo en comparación con el sinuoso recorrido de mi localidad.

En principio paso de tiempos y metas, más bien parece que la carrera tiene un aire festivo y como tal pienso tomarmelo, y aunque 10 km dan para mucho, estoy seguro de que me dejaré arrastrar por la marea que hemos decidido inundar Madrid.


Ahora sí. Hasta el 2012.

23 de diciembre de 2011

Tradiciones Navideñas: Día en Madrid.

Me gusta bastante el mes de diciembre, no solo aventura el final de año sino que encima esta repleto de fechas y actividades festivas. Las fiestas de Navidad son sin duda las que más asociamos al finalizar cada año, pero antes se puede disfrutar de un puente, o si nos lo montamos aun mejor de un acueducto en peligro de extinción.
 
Con tanta fiesta y tanta matraca uno llega a acumular sus propias tradiciones como el post de hoy, Día en Madrid. Algo tan tradicional que convierte a la capital de España en una curiosa meca donde acuden miles de peregrinos a disfrutar del centro. Mi propio rito nació como un simple día para acudir al Rastro a echar el ojo. Poco a poco la costumbre se fue extendiendo hasta llegar al extremo de tener que pasar por el mercadillo navideño de la Plaza Mayor, reponer fuerzas con el clásico bocata de calamares y tapeos varios por los locales de la zona. Otra actividad ineludible es visitar la fachada de Cortylandia y esperar a que empiece la pegadiza musiquilla; "Cortylandia, cortylandia, vamos todas a cantar, alegría en estas fechas porque ya es Navidad..." una vez que empieza la función y los monigotes a moverse, el día de la marmota hace acto de presencia, Cortylandia ya no hace gracia salvo que uno tenga hijos, y al estar literalmente rodeados de gente solo queda apelar a la paciencia para esperar a que concluya la representación.

Puerta del Sol
Cerca de la Puerta del Sol, en la calle del Carmen hay que pararse a contemplar las largas filas que se acumulan frente a la adminstación madrileña por excelencia, Doña Manolita en su nueva ubicación. Hacer cola se convierte en una extraña procesión de culto solo apta para feligreses de la suerte, la otra opción es hacerse con un décimo en cualquier otra administración o recurrir a lo vendedores ambulantes de la Puerta del Sol. Para los más golosos queda el reconfortante chocolate de San Ginés o de la chocolateria Valor donde suele haber cola para entrar si es festivo o fin de semana.

Pasar el día en Madrid es tan natural como intentar ignorar a los redundantes niños de San Ildefonso el día 22, hay quien incluso confunde su propia cabeza con el típico arbol y la adorna con toda clase de gorros navideños. Fotografiarse en la cena familiar, en la de empresa o con las esculturas vivientes de fondo, todo esta incluido en el Pueblo Grande, salvo aburrirse. Hasta el 2012.

Cortylandia 2011


10 de diciembre de 2011

Samurai

Nuevo guiño al azar y nueva sorpresa agradable. Aunque en esta ocasión habia gato encerrado porque el título, Samurai, me llevó a engaño. El sugerente título me incitó a la lectura de la obra de Hisako Matsubara, escritora con cierta peculiaridad en su vida, nacida en Japón y residente en Alemania. Del libro esperaba una aventura donde diferentes samurais alzaban sus espadas en una suerte de época medieval. Bastante más lejos de mi acelerada imaginación, ya que esta novela describe con sencillez una historia de amor, una historia de amor vapuleada por las ferreas y educadas costumbres orientales. Anclada en el pasado, Samurai describe el despertar de la sociedad japonesa en el inicio del siglo XX. Hayato es un rico descendiente de noble linaje que adopta a Nagayuki como heredero y lo educa como a un verdadero samurai. Tras casarse con Tomiko, única hija del samurai y obtener el título en la universidad de Tokio, Nagayuki es enviado solo a América con la misión de ganar dinero para la honorable casa Hayato y volver vestido de brocado.

Tras superar el breve lapso de la decepción propiciado por el título, me embarqué literalmente en la sencilla narrativa de una historia que conmueve y que está desarrollada con refinada paciencia. Matsubara recrea una sociedad oriental tan dispar del mundo occidental donde al lector no le queda más remedio que aceptar las lejanas tradiciones japonesas y sus formas de actuar. El patriarca ejerce como tal en los buenos habitos adquiridos a través de su linaje y educación; del mismo modo cuando la pobreza se adueña del destino de la familia que Nagayuki deja en Himari, mientras él marcha a los Estados Unidos ignorando los problemas que quedan atrás y con la firme misión de obtener riqueza y prestigio en el nuevo paraiso americano.


Leyendo Samurai
Nada se desarrolla como estaba previsto. A día de hoy cualquier ciudadano puede imaginarse el proceso de la inmigración que depende desde el angulo en que lo miremos. Samurai nos orienta hacia un modelo de la inmigración propio de las primeras oleadas migratorias del pasado siglo, Nagayuki busca su oportunidad desde la perspectiva lejana que recibimos a través de la protagonista real de la novela, Tomiko. La paciente esposa e hilo principal de la narración, reconvertida en una peculiar Penelope a la espera de su esposo, quien también teje para sobrevivir al paso del tiempo y a las penurias económicas, trenzando una historia que suma vericuetos presentes y del pasado hasta el culmen de la obra, juntando todos esos retales para componer una fantástica novela sobre los amores imposibles, separados ambos personajes por un oceáno en vida, juntos en ese mismo oceáno para la eternidad a través de un barco Obón.


... la mera vista del dinero le repugnaba.
 - Cuando llega a oídos de un samurai algún sonido metálico solo puede tratarse de espadas cruzadas en combate - decia cuando el dinero resonaba en su presencia en el bolsillo de alguien.

Hayato.


Samurai de Hisako Matsubara
Colección andanzas. Tusquets editores.